La carestía del grano condiciona otros sectores
La tendencia alcista del precio del cereal que se está produciendo durante los últimos tiempos tiene su origen en la situación internacional. Los mercados han vivido, en los últimos tiempos, importantes vaivenes especulativos, provocados por la inestable situación económica actual, que ha contagiado todos los aspectos de la vida, sobre todo a productos tan básicos como los cereales.
Muchos son los factores que han desarrollado esta situación. En primer lugar, el mercado de los biocombustibles irrumpe con fuerza en el mundo cerealístico, ya que requiere cantidades industriales de cebada para poder elaborar combustible. De esta forma, se agrava un poco más la escasez de cereales, por lo que cada vez se destina menos al consumo humano. Esta menor dedicación a la alimentación también tiene como consecuencia un incremento de los precios.
Por otra parte, la subida del valor de ciertos productos puede desestabilizar la economía, sobre todo dentro de dos grupos importantes: la ganadería y el consumo humano. En el primero, la carestía de cereales y su consecuente aumento de precio lleva a los ganaderos a desembolsar cada vez más y más dinero para poder hacerse cargo de las reses. Lo mismo sucede en el segundo caso, con todos aquellos productos derivados del cereal, cuyo valor aumenta año tras año, lo que se nota cada vez más en el bolsillo del consumidor.
El año pasado, el valor del grano se incrementó debido a las sequías y la escasez de agua, sobre todo en el norte de Europa y en EE.UU. La falta de agua disminuyó la eficacia de las producciones del grano. Ese menor rendimiento tuvo su reflejo en el aumento de los precios para hacer frente al exceso de demanda ante una oferta altamente menguada.
Asimismo, las políticas comerciales llevadas a cabo por Ucrania y Rusia cobran una gran fuerza en el modo de controlar los precios. En el caso de Ucrania, el país eslavo tiene previsto eliminar las cuotas de exportación de cereales, pero las va a sustituir por un arancel a la exportación. Mientras que Rusia continúa dudosa en su plan de prohibir la exportación de todo tipo de cereales.
. A todo ello hay que sumarle la creciente presión demográfica que se vive en China. El país más poblado del mundo demanda cada vez más productos de todas las variedades, sin olvidar los cereales, básicos en cualquier alimentación y más en la cultura china, centrada en el arroz.
A esto hay que sumar el aumento de población de otros gigantes asiáticos, como La India, donde la presión demográfica también complica el aprovisionamiento.
El futuro se muestra cambiante por la carestía de cereales y sus múltiples aplicaciones en sectores tan variados como el energético o la ganadería, sin olvidar el consumo humano.