«No ha sido fácil porque sólo hay ojos para la visita del Papa»

Atiende el teléfono en su despacho de Roma con una voz jovial y enérgica, un despiste para el que no sepa que nació en febrero de 1934 en Acebes del Páramo, «uno de los primeros pueblos de España; por orden alfabético, claro», bromea este oblato. Se ha responsabilizado personalmente de las beatificaciones de los trece oblatos leoneses desde que el proceso llegó al Vaticano. Allí ejerce como formador del Escolasticado Internacional Romano de los Misioneros Oblatos, pero antes fue maestro de novicios y misionero en el Sáhara, Rumanía o Venezuela.

Asegura que «lo más difícil ya ha pasado», pero matiza que conseguir las beatificaciones n ha sido un camino de rosas, sino más bien lo contrario. No en vano, la primera idea surgió en España hace 27 años, cuando el Papa Juan Pablo II beatificó a un grupo de religiosos de la orden de San Juan de Dios que habían compartido fosa con los oblatos. Años más tarde, Antonio María Rouco Varela apoyó la apertura del proceso, que posteriormente fue puesto en conocimiento de los obispados afectados. Sin embargo, conseguir que la celebración se hiciera en Madrid ha sido realmente complicado, sobre todo «porque sólo han tenido ojos para la visita del Papa». Pese a ello, la insistencia del teólogo consiguió sus fines.

«La Virgen del Camino era un polo de atracción muy grande y también la Catedral de León, pero en Madrid, que al principio no estaban muy de acuerdo, han aceptado hacerlo en la Almudena y hay que pensar que para la gente que vendrá de fuera es mejor la capital». A la ceremonia, además de los diez obispados a los que pertenecían los religiosos asesinados, han sido invitados muchos de los obispos oblatos que hay repartidos por todo el mundo.