Cerrar

«El esquileo curte más que el gimnasio»

Una veintena de leoneses son los últimos esquiladores autóctonos que conservan el oficio en la provincia.

Basi, de Villamondrín de Rueda, esquila con las tijeras eléctricas; abajo, Pepe, de San Félix de la Valdería, hace una demostración con las tradicionales tijeras manuales.

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

El esquileo es una de las faenas más laboriosas de las cabañas ovinas, ya sean trashumantes, trasterminantes o estabuladas. El oficio que tradicionalmente se realizaba a mano, se mecanizó hace más de décadas con las tijeras eléctricas. El oficio de esquilador no ha desaparecido, aunque sólo un puñado de leoneses, poco más de una veintena de hombres, lo practican entre abril y septiembre en la provincia.

En las últimas décadas, la escasez de esquiladores dio paso a la importación de mano de obra, sobre todo de origen polaco y últimamente uruguaya. «No son los únicos, todavía quedamos unos cuantos de aquí», señala Basi, uno de los miembros de la cuadrilla de esquileo «Las tres islas».

En abril se citan por teléfono. Es el comienzo de una campaña que concluyen en septiembre con la segunda esquila a las ovejas de leche que, por estar estabuladas, por higiene son peladas al menos dos veces al año.

A estas alturas de la campaña, de los seis miembros de la cuadrilla sólo quedan tres. Basi, de Villamondrín, Pepe, de San Félix de la Valdería, y Ángel, de Sahelices de Payuelo. En tres días se ventilan un rebaño de 1.200 ovejas. Cuando terminen la campaña habrán pasado por sus manos entre 18.000 y 20.000 ovejas. El grueso del trabajo se realiza entre abril y junio. En septiembre el tajo está más repartido.

El oficio, explica Basi, requiere «más maña que fuerza», aunque el esfuerzo físico debe ser notable a juzgar por las gotas de sudor que corren por su rostro y sus brazos tras pelar a varias ovejas seguidas. «El esquileo curte más que el gimnasio, seguro», admite.

En León no hay donde aprender este oficio casi residual, ni siquiera en las escuelas de capacitación agraria. «Yo aprendí de un cuñado que se dedicaba a ello» hace más de veinte años, cuando «había muchas cuadrillas por la zona». Basi es de los que se inició en el oficio con las tijeras eléctricas. Con el tiempo, en un curso en Fuenteovejuna (Córdoba), aprendió la «modalidad suelta» que consiste en esquilar las ovejas sin atarlas. «Se hace más rápido y la oveja sufre menos», explica.

Sí existe una escuela de esquileo en Jaca y también hay cuadrillas navarras que ofrecen cursos periódicamente. Además, en Burgos se celebran anualmente los campeonatos de esquileo de Castilla y León. En su cuadrilla han enseñado a alguno: «Uno de los jóvenes empezó atando ovejas y ahora esquila», cuenta.

«Lo que más se valora del oficio es no cortar a las ovejas, porque las heridas en verano son muy peligrosas, y dejarlas lo más igualadas posible», explica. Además de la calidad se tiene en cuenta el tiempo, aunque el pago se realiza por oveja esquilada (1,50 euros por cabeza, algo más de lo que se paga a la mano de obra inmigrante).

Pepe, José Almanza Turrado, todavía conserva entre su material de trabajo las tijeras manuales. No duda en hacer una demostración, pese a que la cabaña que esquilaron esta semana en Barrio de Nuestra Señora tiene el pelo corto. El esquileo a mano exige atar a la oveja, además de más tiempo. Ya no se hace el esquileo manual, salvo con las merinas «para hacerles bien los cuernos porque el merinero es muy exigente», apunta el veterano de la cuadrilla. Almanza aprendió de su bisabuelo fue su maestro y mantuvo el oficio para esquilar a su propia cabaña. Ahora esquila de abril y septiembre para otros ganaderos de ovejas.

Cargando contenidos...