«A por ellos, oé»
No faltó nadie. Todo el que es algo en el PP o aspira serlo estuvo allí. Nadie dejó pasar la oportunidad de ver y dejarse ver. Y es que las listas no están aún cerradas y si el PP llega al Gobierno habrá mucho cargo a repartir. Solo se echó en falta a Fraga, ausente por razones de salud, y a Esperanza Aguirre, no se sabe por qué.
Si el pasado fin de semana se respiraba aires de funeral en la convención política del PSOE, ayer atronaban trompetas de victoria. Sonrisas y carcajadas, besos y abrazos, fotos con unos y con otros, y quinielas a cada cual más optimista. La horquilla más apostada era la de 180 a 190 escaños. De nada sirvieron las llamadas a la cautela, un presidente autonómico alertaba de que había «demasiada euforia».
Todo a puerta abierta. Nada que esconder porque tampoco había nada nuevo que mostrar. Era una convención nacional para presentar el programa electoral pero de eso, nada se supo. El esperado discurso de Rajoy no arrojó ninguna luz sobre lo que va a hacer y cómo lo va a hacer. Fue un secarral de propuestas. Eso sí, en un tono emotivo y con una retórica buenista que por momentos recordaba a la de Zapatero. Nada que ver con el discurso áspero y de combate de Aznar. Concordia, acuerdo, consenso, diálogo, gobierno para todos... Sólo faltó que mencionara el talante. Pero la parroquia no estaba muy por la labor. En un momento en que Rajoy hablaba de buscar afinidades con todos surgió el racial «a por ellos oé, oé, a por ellos, oé, oé». Fue un momento de desfogue. Rajoy fue interrumpido por ovaciones, cánticos de «se siente, se siente Mariano presidente» o el «oa, oa, oa, Mariano a la Moncloa». Tardó casi una hora en leer 13 folios. Si hubiera recitado la lista de los reyes godos también hubiera cosechado aplausos.
Un ardor y una fe en el triunfo que no pasaron desapercibidos para la treintena de embajadores que acudieron a la cita y el ministro de la Presidencia marroquí, sentado en la zona noble del aforo. Y es que los efluvios de la marmita del poder son un imán irresistible para quien barrunta un cambio de viento. Si ese un indicador fiable, Rajoy lo tiene hecho.