Diario de León

Rajoy se guarda su programa

El líder del PP, en un clima de euforia, promete gobernar desde la concordia pero no. . desvela ni un punto de su plan para España que sólo conoce su círculo de confianza.

Ana Botella, Aznar, Rajoy, su esposa Elvira, Cospedal y Arenas se estrechan las manos en la clausura de la convención de Málaga.

Ana Botella, Aznar, Rajoy, su esposa Elvira, Cospedal y Arenas se estrechan las manos en la clausura de la convención de Málaga.

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antonio montilla | málaga
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Los ciudadanos saben que Mariano Rajoy aspira a liderar desde el consenso un gran proyecto reformista para lograr la recuperación de España y, si llega a la Moncloa tras los comicios del 20-N, gobernará desde la concordia porque no quiere ser el presidente «de los votantes del PP» sino de todos los españoles. Conocen que ofrece el PP a todos, «sin importar su procedencia o a qué partido votaron antes» y que no aspira a «caer bien» a todos los españoles, pero que sí aspira «a gobernar bien para todos los españoles». Que se compromete a gobernar con el compromiso de decir siempre la verdad, aunque sea incómoda de contar. También saben, porque lo ha contado el propio Rajoy ayer en Málaga, en la clausura de la convención nacional del PP, que repartirá de manera equitativa y justa las cargas que tendrá que asumir el conjunto de la sociedad para vencer a la crisis y retornar a la senda del crecimiento económico y de la creación de empleo.

Lo que los ciudadanos ignoran, cuando restan 43 días para las elecciones, es qué tipo de reforma laboral quiere implantar Rajoy o, por ejemplo, si piensa incrementar el poder adquisitivo de los pensionistas o mantendrá los subsidios por desempleo. Tampoco tienen claro, porque el líder popular aún no lo ha confirmado, si mantendrá la gratuidad de la educación y de la sanidad en los mismos términos que en la actualidad o si el «imprescindible plan de ajuste» incluirá despidos de empleados públicos y mermas en este servicio.

Rajoy dejó en un cajón bajo llave su programa electoral y no lo presentó, pese a que lo había anunciado el 29 de julio, en la cita celebrada en Málaga. La hoja de ruta con la que el PP piensa sacar a España del atolladero se ha convertido en una especie de arcano al que sólo tiene acceso su más estrecho círculo de confianza, es decir María Dolores de Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría, Ana Mato, Javier Arenas, Jorge Moragas y el coordinador del texto, el leonés Baudilio Tomé.

En la mente del presidente popular pesa de forma notable el amargo trance por el que pasó el primer ministro del Reino Unido, David Cameron, al que las encuestas otorgaban —como ahora a Rajoy— una holgada mayoría absoluta pero acabó necesitando la ayuda del partido Liberal. Los analistas achacaron este retroceso de última hora al plan de ajuste que anunció durante la campaña electoral. El PP quiere evitar a toda costa que su jefe pague ese peaje. Las medidas impopulares, si las hay, se conocerán en el momento necesario, nunca antes.

¿Por qué no muestra sus cartas? Rajoy tiene que afinar mucho si quiere explicar con éxito cómo logrará la cuadratura del círculo, esto es, la fórmula para reducir el déficit sin incrementar los impuestos y, a la vez, mantener intactos los pilares del estado del bienestar: sanidad, educación y servicios sociales. Por ello existía cierta expectación por si Rajoy ponía negro sobre blanco su plan en el último gran foro que el PP celebrará antes de las elecciones, una de esas citas que acaban recibiendo el calificativo de históricas. No fue el caso. Y eso que la puesta en escena fue prometedora con la inusual imagen de Aznar y Ana Botella asistiendo a la clausura de un cónclave popular, en lo que se interpretó como la escenificación de la entrega del testigo de único presidente del Gobierno del PP que ha tenido España hacia el que previsiblemente será el segundo. Acudió a escudriñar las recetas Rato. Y un hecho que resume a la perfección el interés por la cita fue la presencia del ministro de la Presidencia de Marruecos, Nizar Baraka, y más de 30 embajadores en España.

Nada de eso le hizo cambiar de guión. La explicación del secretismo de Rajoy puede ser más prosaica. Fuentes de la dirección nacional apuntan a que no ha quedado del todo contento con el borrador. Tampoco descartan un movimiento de ajedrez: que Rubalcaba lo haga antes.

Ayer, en un clima de euforia, Rajoy indicó que el 20-N no sólo se elige un Parlamento, «sino que se elige un camino y un destino para la sociedad española». Y anunció que luchará contra la «desconfianza» que el Ejecutivo socialista ha sembrado en el ánimo de los españoles». Pero de programa, cero.

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