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LA CAMPAÑA CONTINÚA

Rubalcaba cree que los que más sufren con la crisis no le preocupan a Rajoy

El socialista cuestiona la entereza moral de su adversario en un mitin en Córdoba.

Juan Pablo Durán, José Antonio Griñán, Rosa Aguilar y Pérez Rubalcaba, ayer, en Córdoba.

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paula de las heras | córdoba
León

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Artillería pesada contra Mariano Rajoy. Superado el ecuador de la campaña, Alfredo Pérez Rubalcaba ha decidido dar a su campaña un perfil agresivo del que hasta ahora carecía y dar paso al ataque no sólo en el plano político sino también en el personal; hasta el punto de cuestionar la entereza moral de su adversario. «Señor Rajoy —dijo ayer durante un mitin en Córdoba— usted no puede gobernar el país en estas condiciones».

Las condiciones a las que se refería el candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno son las que, a su juicio, se derivan de una actitud deliberadamente ambigua, con la que el líder del PP aspira a mantener dormido al electorado progresista. Pero el reproche fue algo más lejos. «No se puede gobernar leyendo lo que a uno le dictan, no se puede gobernar sin ideas propias, sin iniciativa —y, añadió— sin tener sentimientos hacia la gente que peor lo está pasando».

La campaña de los socialistas para las elecciones del próximo domingo se centra ante todo en una introducir dudas sobre las verdaderas intenciones de Rajoy en materias sensibles entre los votantes desencantados con el Gobierno, como la cobertura de las prestaciones por desempleo, el cobro de las pensiones o la gratuidad de la sanidad pública. Pero Rubalcaba nunca había atribuido de manera tan clara un carácter genuinamente perverso al líder de la oposición.

Quizá tuviera que ver el contexto. Cuando Rubalcaba subió al escenario del Polideportivo Fátima, en el barrio cordobés del mismo nombre, el ambiente ya había subido unos grados con la intervención de Rosa Aguilar, exalcaldesa de la ciudad cuando militaba en Izquierda Unida y ayer ministra de Medio Ambiente, Rural y Marino, que dijo que «la derecha quiere ponernos a las mujeres una mordaza para que volvamos a la casa».