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Mariano está serio

El próximo presidente dejó claro que España no está para bromas y que se enfrenta a una situación más que delicada.

Publicado por
Ángel A. Giménez | madrid
León

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Fuera, miles de personas botaban de alegría, y en los pasillos y despachos de Génova algunos hacían la conga, pero Mariano Rajoy no estaba para fiestas. Al próximo presidente del Gobierno apenas se le ha visto una sonrisa, consciente como está de que lo que le espera es solucionar «la más delicada situación» en 30 años. Únicamente se ha visto a un Rajoy más humano cuando en el balcón de la sede del PP ha besado a su mujer, Viri Fernández, o cuando se ha prestado a botar ante el clamor de los miles de simpatizantes que en la calle ondeaban sus banderas y cantaban y saltaban, ajenos a lo que al líder del partido que ha ganado las elecciones se le viene encima.

Con 56 años y dos elecciones generales perdidas le ha llegado a Rajoy la hora de gobernar, pero le ha llegado cuando peor están las cosas: hay más de cinco millones de parados, la deuda soberana se ha situado en unos índices de riesgo que no se recuerdan, los mercados aprietan, la UE también, el euro se tambalea, los bancos no dan dinero porque apenas reciben de otros bancos y de la sociedad se ha apoderado una sensación de desánimo que costará tiempo restablecer.

Eso lo sabe Rajoy, quien ayer mismo recordó que que lleva 30 años en política y que conoce bien los mecanismos del poder, no en balde ha sido ministro de varias carteras con Aznar, ese Gobierno que tanto cita últimamente porque fue el que sacó a España de una coyuntura similar. En esa calma de Rajoy, porque a pesar de su seriedad tampoco se ha mostrado inquieto, tiene mucho que ver su mujer, quien ha pedido un permiso en Telefónica para dejar temporalmente la empresa y acompañar a su marido.

El líder del PP que perdió las elecciones del 2004, incluso el que cayó derrotado cuatro años más tarde, no se parece en nada, políticamente hablando, al que ha ganado las elecciones.

Durante la campaña adoptó su pose más amable, no concretó las propuestas, evitó hablar de los necesarios recortes y se metió en el bolsillo a las clases trabajadoras y humildes.

Va a ser el presidente español más poderoso: 186 escaños, trece comunidades autónomas, centenares de ayuntamientos y un socialismo en barrena. Sin embargo, Rajoy está serio. Él mismo lo ha recordado, pues España atraviesa «la situación más delicada en 30 años», y no cabe esperar milagros, sino trabajo, trabajo y trabajo...

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