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LA CATARSIS DEL PSOE

El PSOE busca líder para salir del abismo

Zapatero convoca un congreso ordinario en febrero para su relevo después del batacazo electoral histórico.

Zapatero, presidente en funciones, durante la rueda de prensa que dio ayer en Ferraz al término de la Ejecutiva del PSOE para analizar los resultados.

Publicado por
Paula de las Heras| madrid
León

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No habrá mucho compás de espera en el PSOE para sustituir a José Luis Rodríguez Zapatero y nombrar una nueva dirección que gestione el peor resultado del partido en toda su historia. Apenas dos meses. Justo, justo, el tiempo mínimo que dictan los estatutos para la convocatoria de un congreso ordinario. Fue el propio secretario general quien anunció ayer la fecha de su relevo, la primera semana de febrero (con toda probabilidad entre el 3 y el 5, coincidiendo con el fin de semana), y es lo único que de momento está claro.

Eso y que él resistirá en su puesto hasta el final, pese a presiones internas y externas . «Mi tarea es que el congreso se celebre, como todo el mundo espera —dijo— con la máxima libertad». Si alguien pensaba que el ya presidente del Gobierno en funciones entonaría el mea culpa y se echaría sobre las espaldas todo el peso de la derrota se equivocó. Zapatero siempre ha tenido claro que debía desempeñar un papel importante como garante de la estabilidad interna, con independencia de que ahora haya quien le considere deslegitimado para hacerlo. Su primer paso fue comparecer ayer ante la prensa, en la pequeña sala en la que habitualmente da parte de las ejecutivas el portavoz del partido, para hacer una evaluación de lo ocurrido. Y no se molestó mucho en buscar culpables a la pérdida de 4, 3 millones de votos. «Los españoles saben que teníamos todo el viento en contra en estas elecciones» , resumió.

La crisis y sólo la crisis es, a ojos de quien fuera el secretario general que más apoyo interno ha recabado nunca en un Congreso del PSOE, la responsable una debacle que, según los viejos del lugar, podría condenar a su partido a un mínimo de dos legislaturas en la oposición.

«Puede sonar exculpatorio, pero es verdad, y creo que todos los ciudadanos lo saben, que afrontamos la crisis con consecuencias más duras desde que tenemos conciencia las generaciones vivas», justificó. Ni siquiera admitió, como hizo varias veces en campaña Alfredo Pérez Rubalcaba, que algunas cosas se podrían haber hecho de otra manera.

«Esta situación tan excepcional me ha obligado a tomar decisiones difíciles; dije que las llevaría a cabo costara lo que me costara porque las consideraba imprescindibles para garantizar la estabilidad y la solvencia de España; habrá opiniones para todos los gustos y respeto las críticas», insistió.

Se quedaron en casa. El grueso de los antiguos votantes socialistas indecisos, alrededor de dos millones, se quedaron en casa el domingo. Los socialistas calculaban a principios de noviembre que había alrededor de tres millones de dudosos a los que merecía la pena dirigir sus esfuerzos. Pero fue en vano. A priori, los resultados indican que el PP se ha beneficiado del malestar contra el PSOE, pero los que más han salido ganando han sido UPyD e Izquierda Unida, que han crecido en 800.000 y 700.000 votos respectivamente.

Sin embargo, más que a realizar un análisis pormenorizado de lo ocurrido, buscar causas —algo que, por otro lado, ya tenían bastante claro antes de la celebración de los comicios— y esbozar soluciones, la dirección del PSOE dedicó la jornada a lamerse las heridas. Fuentes del encuentro aseguran que entre las 37 intervenciones solicitadas no hubo ni una crítica hacia Zapatero y tampoco hacia Rubalcaba o su estrategia electoral. El candidato sí asumió, en todo caso, el pésimo resultado, pero defendió que el partido cuenta, al menos, con un proyecto «sólido» para ejercer la oposición. El mismo proyecto de corte socialdemócrata con el que él se presentó a las elecciones.

Lo que sí defendieron varios dirigentes, empezando por el propio Zapatero (Rubalcaba ya lo hizo en su intervención la misma noche electorales) que ahora es preciso «no pagar al PP con la misma moneda», es decir, adoptar una actitud colaboradora. El presidente del Gobierno en funciones lleva ya un tiempo tratando de facilitar a Mariano Rajoy el aterrizaje en La Moncloa. Y los populares admiten que parece estar dispuesto a protagonizar un traspaso de poderes «modélico».

«No va a haber ningún problema —garantizó el aún líder socialista—, sabemos que la situación es complicada por eso tenemos plena disposición al diálogo en estas semanas que espero que transcurran con la mayor estabilidad y la mayor calma posible». De momento, de calma, nada. Los mercados han ignorado por completo un cambio de Gobierno que ya daban por descontado, la bolsa cayó un 3,48% y la prima de riesgo de la deuda española subió hasta los 464 puntos.

Sin Rubalcaba. Pese a su actitud positiva, ayer no debió ser precisamente un buen día para Zapatero que, de forma excepcional, se quedó a comer con buena parte del equipo electoral pero sin Rubalcaba. Con los ojos enrojecidos y el rostro demacrado por el cansancio, insistió en que desea que a partir de ahora «las cosas vayan bien y mejoren para España y sus ciudadanos».

Nunca ha sido dado a exteriorizar sus sentimientos y quienes han trabajado con él sostienen que parece tener la piel de elefante. Sin embargo, también hay quien asegura que en las últimas semanas se le ha visto alicaído. Él aseguró, en todo caso, que no se siente injustamente tratado ni por el PSOE ni por los españoles. «No tengo más que palabras de agradecimiento; mi partido me ha dado apoyo de manera generosa e incondicional en las etapas fáciles y en las díficiles; está a la vista de todo el mundo», reconoció.

El PSOE no sólo busca li´der. También la reformulación del proyecto y la ubicación estratégica del partido. O sea, una catarsis.

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