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La terapia ayuda a las personas a comprender el significado de los síntomas

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León

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La ansiedad y el estrés lleva a las urgencias hospitalarias a los pacientes que por primera vez notan unos síntomas que casi siempre confunden con ataques cardíacos. «A las consultas de salud mental llegan los pacientes con muchos síntomas físicos, pero que no están provocados por ninguna enfermedad orgánica», asegura la psicóloga clínica del Hospital de León, Sara Merino. Antes, el médico de Atención Primaria ha agotado todas las pruebas diagnósticas para descartar una enfermedad orgánica. Pero el motivo de los dolores, las náuseas, los mareos y las palpitaciones está en la mente y el proceso de aprendizaje para comprender esta realidad es un trabajo que corresponde al psicólogo o terapeuta. Tres psicólogas del centro de salud mental de León organizan desde hace tres años terapias grupales de doce sesiones para los enfermos que acuden con síntomas por un trastorno adaptativo. El número de personas que acuden con malestares que dificultan su vida diaria se ha incrementado desde que la crisis económica ha provocado el cambio personal y social de las personas afectadas. El agente estresante puede afectar la integridad de la trama social de la persona o a la familia. «Con la terapia psicológica ayudamos al paciente a analizar sus síntomas, a que los identifique y comprenda los factores que se los provocan», asegura Merino, «hay que construir un significado». La terapia ayuda a reconocer los síntomas. Todos las personas que han padecido un ataque de ansiedad en su vida saben que el primer pensamiento es «me voy a morir», ante la intensidad de los síntomas. «Sin querer, uno se alarma cuando empiezan las palpitaciones», asegura Merino, que avisa a la población: «Sufrir una crisis de angustia es frecuente, todo el mundo tendrá una a lo largo de su vida. Sólo es un trastorno si se repiten».

Y las personas afectadas por problemas de adaptación y estrés grave tienen episodios intensos de ataques de pánico que no están limitados a ninguna situación particular. Son, por tanto, imprevisibles. Los síntomas varían de unas personas a otras pero es frecuente la aparición repentina de palpitaciones, sensación de asfixia, mareo o vértigo, sensación de irrealidad, casi constantemente hay un temor a morirse, perder el control o enloquecer. Cada crisis suele durar unos minutos. «Identificar los síntomas y adoptar una actitud con técnicas de relajación, que se enseñan en las consultas, es el primer paso para superar el trastorno», que en ocasiones requiere un tratamiento farmacológico complementario.

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