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el desgaste del poder | De la mirada clara a los labios apretados

Las tres caras de Zapatero

La evolución de Zapatero en sus siete años, siete meses y dos días de presidente del Gobierno a través de sus gestos.

A la izquierda, Zapatero entrando en La Moncloa el 17 de abril del 2004. A la derecha, en La Moncloa, el 19 de diciembre. Último día de presidente.

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ana gaitero | león
León

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José Luis Rodríguez Zapatero entró en La Moncloa el 17 de abril de 2004. Con 44 años, se convirtío en el presidente del Gobierno más joven de España. Siete años, siete meses y dos días después, el 20 de diciembre de 2011, se convirtió el ex presidente Zapatero. ¿Qué pasó en este tiempo? Dos legislaturas radicalmente distintas se retratan en su rostro de antes y después de la crisis. Salió con 51 años, más delgado y con las líneas del tiempo marcadas en su cara. Una semana después de salir de La Moncloa ya había recuperado dos kilos.

Diario de León ha recabado la opinión de personas expertas en imagen, psicología, coaching político y estilismo que analizan el cambio a partir de su rostro y sus gestos. Quien fuera su profesor en la Facultad de Derecho de León, José Manuel Otero Lastres, apunta que hay una tercera cara: La inicial expresa «lozanía, juventud, brillo en los ojos y fuerza»; la de la crisis, «delata el peso de la responsabilidad» y la última cara, desde que decidió no presentarse a las elecciones «vuelve a recuperar su vitalidad».

Político de la ilusión

«Su gesto suave rompió con la ‘era de enfado’ de Aznar»

Zapatero supuso en el 2004 una «ruptura con el ámbito afectivo y emocional» a que Aznar con su rictus de enfado permanente, el ex presidente del PP, había acostumbrado al país: «Zapatero fue el político de los gestos suaves, con una cara angelical, casi de adolescente que proyectaba una imagen ilusionante», apunta la catedrática de la Universidad de León, Isabel Cantón Mayo.

Con su «mirada limpia, cálida y familiar» el presidente «halagaba al auditorio y la gente lo contemplaba arrobada», añade. Entonces, Zapatero transmitía «ilusión, alegría y complicidad con la gente común». Cantón ha analizado más de sesenta fotos del ex presidente a lo largo de sus años como inquilino de La Moncloa. «Hay una en la que se encuentra en el hemiciclo de las Cortes vacío, con los brazos abiertos y las palmas de las manos hacia arriba, con sonrisa angelical, cabeza recta y hombros reposados. Es la imagen del primer Zapatero», señala. El peso del poder aún no ha hecho mella. Isabel Cantón, experta en lectura de imagen, resalta que en la primera etapa el ex presidente abarcaba una «amplia zona social» con dos gestos básicos: los guiños de complicidad y los brazos abiertos.

La ruptura con la gente

«De novio seductor a

padre castigador»

A partir de mayo del 2010, cuando anuncia las medidas anticrisis, la imagen su discurso radicalmente distinto: «Proyecta la idea de cueste lo que me cueste voy a hacerlo». Son más visibles que nunca las entradas y canas que el paso del tiempo ha marcado en el hombre que cumplía 50 años ese mes agosto. Fue su cumpleaños más amargo. Tuvo que suspender las vacaciones en Doñana y regresar ante la galopante subida de la prima de riesgo. Se le ve con la cabeza agachada y el ceño fruncido. «Es la muestra de un presidente sombrío, ensimismado, lejano y triste» que representa «el divorcio de Zapatero con la gente».

El lenguaje no verbal, cinco veces más efectivo que el oral, ofrece gestos nuevos y elocuentes: «Empieza a ladear la cara, a reforzar el discurso verbal con las manos, elevándolas y apuntando con el dedo, algo que no había hecho antes y que es propio de las personas que mienten o fuerzan una situación». «Es evidente que falló en la comunicación», recalca.

El presidente aparece en otra foto «ojeroso, con la cabeza agachada, la corbata torcida, los labios apretados, con surcos en la cara y canas». Cantón contrapone esta imagen «de la derrota» a la que ofreció el 19 de diciembre a la puerta de La Moncloa: «Sonriente y con los brazos abiertos, liberado» del peso del poder.

No se fue a gusto

«De la sonrisa expansiva

a la risa histriónica»

Vicente Martín, psicólogo leonés coordinador de Emergencias en el Colegio de Psicólogos y profesional del programa de maltrato, accede a valorar el cambio de Zapatero con matices: «Para hacer un análisis psicológico habría que evaluar a la persona y su entorno». Como no es posible, se sirve de una hipótesis cuyo punto de partida es que el «cambio generalizado» experimentado por José Luis Rodríguez Zapatero tiene mucho que ver con la teoría de la frustración: «Las expectativas deseadas chocan con los logros». El lenguaje no verbal ha sido su principal delator: «Ha pasado de una sonrisa expansiva y optimista a una sonrisa histriónica, a caballo entre el disimulo y la vergüenza».

Para Martín, el ex presidente «ha esperado demasiado buen hacer y al final ha tenido que manipular los resultados para que entraran en su realidad». Esto requiere un «esfuerzo de ansiedad muy alto», apostilla. A su juicio, «los objetivos eran buenos, pero le faltaba información».

A lo largo de sus años como presidente no cree que Zapatero se haya mostrado «como una persona fría, como se decía en León». Cree que «el poder le ha reconfortado» pero «conseguir los máximos refuerzos» le ha costado caro: «Está avergonzado de muchas personas que tenía alrededor» por escándalos como «los Eres, las cenas...»

Era imposible que Zapatero dejase antes el poder. «Hace tiempo que remaba contracorriente, pero los idealistas sólo abandonan cuando les echan o les coartan por todas partes». Otro de los rasgos del idealismo que atribuye a Zapatero es que «su cabeza va por delante de la realidad». En León «es el presidente que más inversiones ha traído, pero la gente le recuerda más por los matrimonios homosexuales...»

Con el paso del tiempo ha visto incrementar sus movimientos corporales, acompañados con los brazos y agitación de manos «para dar fuerza y credibilidad» a su «mensaje verbal». En definitiva, Zapatero ha dejado La Moncloa «bastante frustrado, poco a gusto consigo mismo».

Visionario desperdiciado

«Su lenguaje corporal contradecía su discurso verbal»

«¿Qué crisis?», respondió Zapatero a la primera pregunta que le hicieron sobre la grave situación económica del país. Era en 2008. Poco después de ganar las elecciones por segunda vez. El 12 de mayo de 2010 anunció en el Congreso de los Diputados el primer paquete de medidas anticrisis. El abatimiento hizo mella en su rostro.

Mara Aren, máster en Coach , recuerda que el presidente, ante aquella pregunta incómoda, «se puso muy nervioso y dio tres pasos atrás». «Se equivocó: negó la crisis porque fue lo que le aconsejaron», sentencia esta experta convencida de que al ex presidente le ha faltado un equipo verdaderamente entregado y con capacidad para arropar a su líder.

«Zapatero es un visionario, ve las cosas antes de que sucedan, pero no ha sabido aprovecharlo. Es un líder que no ha estado bien aprovechado», recalca. Otro signo inequívoco de que lo que decía con la palabra lo contradecía con el gesto lo detecta en su actuación ante las preguntas del público en el programa de Televisión Española Tengo una pregunta para usted. «Se encogió de hombros cuando alguien le dijo que no llegaba a fin de mes, frotaba las manos (un signo de miedo) y contestó con una generalidad», apostilla.

La falta de coherencia entre el lenguaje verbal y los gestos muestran que «no se encuentra a gusto con el discurso de valores de crisis que se ha visto obligado a transmitir. Si le hubieran asesorado y le hubieran dejado ser él habría sido muy distinto». Aren cree que al ex presidente leonés le ha faltado espacio para él y para su vida personal, así como para el diálogo político. «Ha sufrido la soledad del poder», sentencia.

Aren barre para casa y cree que a Zapatero le ha faltado coaching político, una disciplina que busca el equilibrio de las personas que se dedican a la política con toda la carga de su vida, las relaciones con su partido y el Gobierno y el vínculo con los ciudadanos. En Zapatero fallaron a su juicio «el modo de transmitir y representar sus valores, la comunicación del proyecto político y la gestión del cambio social, de la crisis».

Maduro y consciente

«Podían más las ilusiones que la realidad de las dificultades»

José Manuel Otero Lastres, catedrático de Derecho de la Universidad de Alcalá de Henares, no oculta el afecto a quien fue su alumno en la Facultad de Derecho de León en los años 80 y ahora entra «en el raro paraíso de los que ya no son presidentes».

Lastres tiene claro que el Zapatero que sale de La Moncloa «sabe todo lo que debía saber cuando entró» y lamenta que tenga que dejar la política precisamente «cuando más preparado está». Durante la primera etapa en el ex presidente «podían más las ilusiones que la realidad de las dificultades». Es el período en el que Zapatero «se muestra como una persona con mucha ilusión, cargada de muy buenas intenciones y enorme ambición por resolver los problemas de España y tuvo que aprender a golpes de la realidad».

En su opinión, tras casi ocho años en el poder ha dejado La Moncloa un hombre «maduro, enterado y plenamente consciente de todas las dificultades». Lastres no cree que Zapatero mintiera al negar la crisis: «Antes que describir una realidad negativa que podía tener consecuencias quiso lanzar un mensaje positivo. Aplicó el dicho de que si tú mismo hablas mal de tu caballo vas a tener dificultades para venderlo».

No niega que se equivocó. «Hice algunas cosas que no debería haber hecho», reconoció Zapatero a su profesor cuando le impuso la Cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort en septiembre. «Si hubiera imaginado el futuro, cuando España tenía superávit no hubiera aplicado la rebaja de 400 euros del IRPF ni el cheque bebé». El plan E «tampoco fue muy acertado: los ayuntamientos necesitaban más financiación que obras», opina el catedrático quien, antes que de Zapatero, fue profesor de Mariano Rajoy en Santiago.

Por fuera y por dentro

«Viste mejor», pero se nota que «con el estrés se olvidó de comer»

La diseñadora María Lafuente apunta que el cambio de Zapatero también se ha visto en su estilismo y en la ropa. «Ha mejorado con los años y ha dado una buena imagen de España a nivel internacional». La elección de trajes azul marino fue un acierto: «Es el color de la elegancia». ZP sí estuvo bien asesorado, como espera que lo haga Rajoy: «Es importante que los presidentes se dejen asesorar y vayan adecuados».

El cuerpo de Zapatero, de 1,85 de estatura, sufrió el desgaste del poder. Adelgazó y envejeció. «La responsabilidad del poder pasa factura y una persona con estrés es fácil que se olvide de comer», apunta la nutricionista Elena P. Rueda, quien hace hincapié en la importancia de que la clase política mantenga en forma su cerebro con una dieta equilibrada.