«El precio del suelo se ha desplomado porque sólo hay operaciones bancarias»

León tiene el precio más bajo del país, con diferencia, en el metro cuadrado de suelo urbano. El último dato lo fija en 26,4 euros, nueve veces menos que el máximo de 230,8 euros que alcanzó a mediados del 2006. Esta estadística, sin embargo, tiene poco que ver con la realidad, en opinón de Javier Vega. «Las tasaciones deben hacerse comparando precios, pero si no hay transacciones, ¿con qué se compara?».

Las únicas operaciones que se realizan las hacen los bancos para quitar deuda o ejecutar hipotecas, adjudicaciones con descuentos de un 50%. «Si esa es la comparativa, es verdad que el precio del suelo se ha muerto».

No lo es tanto si se tiene en cuenta que «mientras para los bancos el suelo parece que no vale nada, para Hacienda y otras administraciones sigue valiendo mucho. Si no, cómo se explica que paguemos impuestos como los de antes por los terrenos, o que sigan sumándonos plusvalías mayores que las del 2009 y 2010. Por un lado su valor baja, pero por otro sigue subiendo».

Para Vega el problema es que hoy nadie quiere comprar suelo, «y si no hay compradores, no hay precio». Reconoce que tienen problemas sobre todo los terrenos sin desarrollar que se compraron con las expectativas de un desarrollo a corto plazo que no se va a cumplir. «Hay que ser autocríticos, en un momento nos hemos vuelto locos y se ha pagado por el suelo lo que no debería haberse hecho. La bajada de las tasaciones es razonable hasta cierto punto, pero lo que está pasando ahora no tiene lógica. Si pides cuatro tasaciones, te dan cuatro cifras muy diferentes. Se ha perdido la credibilidad».

El presidente de los constructores señala que el mercado del suelo «se ha normalizado bastante», dentro de la atonía compradora; y que los empresarios tienen expectativas de ir desarrollándolo, aunque de forma «paulatina. Si lo hacemos de forma gradual el suelo volverá a tener un valor que será normal. No volveremos a los precios que alcanzó en el 2005 ó 2006, pero regresará a un cauce de normalidad».

Mientras tanto, los constructores y promotores que pueden soportar el apalancamiento aguantan con los terrenos adquridos, en espera de tiempos mejores.