Diario de León

Fernández: «Se les debería caer la cara de vergüenza al hablar de presos políticos»

El ministro del Interior promete «generosidad» para los que pidan perdón.

El ministro del Interior durante su comparecencia.

El ministro del Interior durante su comparecencia.

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melchor sáiz-Pardo | madrid
León

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No hubo cortesía parlamentaria con el novato. La primera intervención de Amaiur en una comisión del Congreso desembocó en un rifirrafe dialéctico con el ministro del Interior, quien espetó al parlamentario aberzale Iker Urbina que «se les debería caer la cara de vergüenza al hablar de presos políticos» para referirse a «asesinos terroristas». La misma firmeza que usó Jorge Fernández Díaz con el recién llegado también la utilizó para explicar su política antiterrorista. Ni asomo de medidas colectivas con los presos como el acercamiento más o menos masivo que reclaman, entre otros, la izquierda aberzale, el PNV o el Gobierno de Patxi López. Habló de «generosidad», «amplitud de miras» en un «momento trascendente» y de «sentido de Estado» para «gestionar el final del terrorismo», pero dejó claro que el único escenario que maneja su departamento es la «reinserción individualizada» de los reclusos de ETA que pidan perdón y rompan con la banda.

El máximo responsable de la lucha antiterrorista se mostró muy duro con Urbina, quien minutos antes, en un discurso muy medido, había reprochado el inmovilismo de Interior ante el «nuevo clima político del País Vasco» y la negativa del Gobierno a poner fin a la «dispersión» de los «presos políticos vascos». El diputado independentista, que en dos deslices habló de «víctimas del terrorismo» para referirse a las de ETA, afeó a Fernández que, a pesar del parón de la banda, su política antiterrorista «sea más de lo mismo» con «más ilegalizaciones, más Policía, más dispersión, más detenciones incomunicadas y más prisión para los presos enfermos».

Fernández, en la réplica, no se contuvo. «No les debemos nada. Sólo faltaría que les debiésemos algo porque dejan de matar», dijo parafraseando a Mariano Rajoy. Luego, la andanada. «España es una democracia y no hay presos políticos. Hablar de presos políticos es una indecencia y una inmoralidad. Si hubiera estado usted ayer (por el lunes) conmemorando el 14 aniversario del asesinato de Alberto y Ascen Jiménez Becerril, estoy seguro de que se le caería la cara de vergüenza de hablar de presos políticos. Sus asesinos les dieron dos tiros en la nuca y dejaron tres niños huérfanos. Son asesinos, no presos políticos». El encendido discurso sobre el concejal sevillano del PP y su esposa asesinados por ETA generó aplausos en la sala.

El titular de Interior no dio tregua al parlamentario vasco. «Ustedes no han condenado la violencia ni han exigido a ETA que se disuelva». «Sería un buen momento hoy, que, como portavoz de Amaiur, de manera formal y solemne lo hiciera» para dar «visos de credibilidad» a su discurso. Urbina no respondió a la invitación y recordó que su partido apuesta «por las vías exclusivamente políticas, la convivencia y la libertad».

Más allá del encontronazo, el ministro dejó claro a los parlamentarios que poco o nada va a cambiar en la política antiterrorista y, muy en particular, en la política penitenciaria. Según explicó, mantendrá intactas las líneas que ya fijó el Gobierno socialista, es decir que cualquier beneficio a los reclusos de ETA será personalizado y solo para aquellos terroristas que rompan con la banda y pidan perdón a las víctimas. Ni palabra de acercamientos masivos ni de excarcelaciones de enfermos o de internos con las condenas muy avanzadas.

Llamó en varias ocasiones a la complicidad de los grupos parlamentarios, a los que reclamó «inteligencia, prudencia, unidad y discreción» para conseguir la desaparición definitiva del terrorismo. Un camino hacia el final de ETA, garantizó, en el que seguirán las detenciones.

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