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«Mi conciencia está tranquila, me guió proteger a las víctimas»

Garzón defiende su actuación en el alegato final y el fiscal carga contra el juez.

Baltasar Garzón a su llegada al Tribunal Supremo.

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mateo balín | madrid
León

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Con la voz aún quebrada, Baltasar Garzón se quitó ayer la toga por última vez (por ahora) para pronunciar su alegato final ante la sala del Tribunal Supremo que lo juzgó por investigar los crímenes del franquismo sin tener competencia para ello. «Mi conciencia está tranquila», dijo el juez de la Audiencia Nacional en su alegato final.

Garzón se enfrenta a una pena de 20 años de inhabilitación solicitada por la acusación popular de Manos Limpias por un delito de prevaricación. El juez en la intervención que cerró la vista oral trajo a colación una reflexión del filósofo alemán Immanuel Kant sobre los valores humanos para defender su actuación, y además de mostrar su tranquilidad interior, explicó que esa misma conciencia «me guió proteger a las víctimas del desamparo». Puso así el broche a las siete sesiones que ha durado uno de los juicios más mediáticos que se ha celebrado en el Tribunal Supremo y que podría poner fin a una controvertida carrera judicial de más de 30 años.

El magistrado hizo un último alegato muy técnico, centrado en defender su actuación en virtud del derecho procesal y la jurisdicción existente para los casos de desapariciones forzadas. Para ello resumió al tribunal los dos años de trámites que duró la investigación en su juzgado y señaló que su competencia provino del delito contra altos organismos de la nación, que forma parte de la jurisdicción de la Audiencia Nacional.

«Las denuncias contenían hechos criminales masivos, que seguían permanentes. Eran detenciones ilegales porque no se conocía el paradero de estas personas y se investigó en el contexto de crímenes contra la humanidad. Se hizo en cumplimiento del mandato judicial y dar protección a las víctimas», sentenció.

Previamente, el fiscal Luis Navajas reclamó al tribunal la absolución del juez porque una condena tendría un «efecto devastador» para el Supremo. «Sería recuperar un derecho penal del autor -en referencia a la acusación de Manos Limpias y a la instrucción de Varela- ; y atentaría contra la independencia de la carrera judicial», apuntó Navajas. El fiscal añadió que no compartía las decisiones que tomó Garzón durante su investigación, «pero de ahí a afirmar que prevaricó es pura retórica y no está demostrado». Asimismo, recordó que «no ha tenido noticias» de que jueces de la Audiencia Nacional que apoyaron a Garzón hubieran sido objeto de una querella.