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Los sindicatos movilizan a miles de personas en el ensayo general del 29- M

CC.OO. y UGT anuncian a Rajoy que si no negocia extenderán el conflicto más allá de la huelga general.

Toxo y Cándido Méndez al comienzo de la manifestación contra la reforma laboral que se celebró en Madrid.

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césar calvar | madrid
León

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Centenares de miles de personas secundaron ayer las manifestaciones convocadas por los principales sindicatos en sesenta ciudades para exigir al Gobierno que retire su reforma laboral y evite la huelga general convocada para el 29 de marzo. El acto central de la jornada fue una marcha multitudinaria por el centro de Madrid a la que acudieron los líderes de Comisiones Obreras y UGT, Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez. Los organizadores cifraron en medio millón los asistentes a la protesta de la capital, cifra que la policía local rebajó a 30.000.

La marcha de Madrid, bajo el lema ‘No a la reforma laboral injusta, inútil, ineficaz’ sirvió a Comisiones y UGT para poner a prueba su poder de convocatoria a dieciocho días del paro general. Quizá algo menos concurrida que la del pasado 19 de febrero pero mucho más viva, la protesta dejó satisfechas a las direcciones de los sindicatos, que constataron que en tres semanas la tensión ha subido varios grados entre sus bases. Si en febrero sólo parte de la militancia gritaba «¡huelga!», ayer todos los asistentes mostraban su disposición a vencer el 29-M y a llevar el conflicto más allá de esa fecha. Toxo los azuzó así: «Vamos a trabajar a fondo con todo el activo de los sindicatos para garantizar el éxito de la luega».

A ese aumento de la tirantez han contribuido la subida de tono de los mensajes de los líderes de ambos sindicatos y la campaña de desprestigio que, denuncian los sindicatos, se ha orquestado en su contra. Al comienzo del acto, Toxo acusó a Mariano Rajoy de utilizar a los parados como «elemento de chantaje sobre el conjunto de la sociedad» para imponer «la reforma laboral más regresiva de la democracia». Por su parte, Méndez atribuyó al Gobierno la intención de hacer «un aprovechamiento inmoral de la angustia de la gente y de la crisis para acabar con todo», en referencia a los derechos laborales conquistados y al estado de bienestar.

La alerta. Sobre el papel de las centrales, el líder de UGT destacó que los sindicatos son «el dedo democrático que señala los gravísimos problemas que va a acarrear esta reforma». «Es un error mirar al dedo y no al núcleo de la cuestión», añadió.

Al cierre de la protesta, sobre el atril instalado al pie de la Puerta de Alcalá, Méndez alertó a los trabajadores de que cualquier cesión de derechos que realicen ahora «de buena fe» equivale a una renuncia perpetua, pues no volverán a recuperarlos cuando la crisis acabe. «El Gobierno pretende que estas medidas sean para toda la vida y tenemos que oponernos», subrayó. Los concentrados le premiaron con un aplauso.

Toxo fue ovacionado al calificar de «hipocresía» y de «frases huecas» el discurso del Ejecutivo, que «ha decidido tomar a los 5,3 millones de personas en desempleo como rehenes para imponer una reforma y unos recortes inspirados por Merkel y Sarkozy que están poniendo en riesgo la educación pública, la sanidad y los servicios sociales». «No se puede chantajear a la sociedad de esta manera y agitar el miedo para que no participe en las movilizaciones», denunció.

La marcha de Madrid arrancó a mediodía desde el Paseo del Prado y discurrió hacia las plazas de Neptuno y Cibeles, para morir al pie de la Puerta de Alcalá. Tras la pancarta principal iban las direcciones de Comisiones Obreras y UGT y representantes políticos de PSOE e Izquierda Unida. Los socialistas ampliaron esta vez a cinco personas —el pasado 19 de febrero enviaron a tres dirigentes— su delegación oficial, encabezada por la portavoz en el Congreso de los Diputados, Soraya Rodríguez. IU estuvo representada en Madrid por su coordinador federal, Cayo Lara. Gaspar Llamazares asistió a la manifestación de Asturias.

Secundaron la protesta los profesores miembros del movimiento conocido como marea verde en defensa de la educación pública, jóvenes de organizaciones comunistas y movimientos sociales, entre ellos el 15-M. A mitad del recorrido, miembros de este colectivo increparon a los dirigentes de CC OO y UGT, a quienes acusaron de no representarles. También insultaron a los políticos socialistas con gritos de «PSOE y PP la misma mierda es». Hubo un conato de enfrentamiento que se resolvió sin consecuencias.

Sin olvidar el 11-M. La manifestación de Madrid, que incluyó un homenaje a las víctimas del 11-M, fue la mayor de España. La segunda fue la de Barcelona (450.000 asistentes según los organizadores o 17.000, según la Guardia Urbana). En todas las capitales hubo guerra de cifras. En Sevilla asistieron «cientos de miles» de personas según las centrales o 15.000 según la policía. En Gijón se habrían movilizado 80.000 según los manifestantes y 12.000 según las fuerzas del orden. Los sindicatos cifraron en 30.000 los asistentes en La Coruña, cifra que la policía local rebajó a 9.000.