Rubalcaba ve en el 25-M un castigo al Gobierno y un premio a su labor opositora
El secretario general de los socialistas, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Si José Antonio Griñán hubiera ganado las elecciones al Parlamento de Andalucía, el PSOE no habría estado más exultante. La dirección federal del partido asegura que los resultados del 25-M son la prueba de que en las generales del pasado noviembre la formación tocó fondo, que ha empezado un nuevo «ciclo político» y, sobre todo, que la estrategia de «oposición útil», en la que Alfredo Pérez Rubalcaba ha puesto todo su empeño, funciona.
El entusiasmo de los socialistas, siempre dados a la ciclotimia, es proporcional a la resignación que se había apoderado del ambiente en Ferraz durante las horas previas al cierre de los colegios electorales. De creer que nada pararía la sangría que arrancó en 2009, con la pérdida del gobierno gallego, a confiar en que la remontada esté en marcha.
El líder de la oposición trató de evitar los análisis triunfalistas. En una comparecencia, tras la reunión de la comisión permanente de la ejecutiva federal, admitió que el hecho de tener posibilidades de gobernar en Andalucía y, aparentemente con mayor dificultad, en Asturias, no es más que «un paso adelante» en un camino que aún ha de ser largo. Pero su rostro denotaba plena satisfacción.
Según Rubalcaba, se trata de un castigo al engaño y la dilapidación de derechos. Una política cuyo «máximo exponente» sería la reforma laboral. «Los ciudadanos han dicho al Gobierno: por aquí, no», concluyó.
El líder de los socialistas dio manos libres tanto a Griñán como al asturiano Javier Fernández para negociar acuerdos de gobernabilidad, pero aseguró que él mantendrá su estrategia. «Hemos sacrificado muchas cosas y muchos objetivos del PSOE; ahora no voy a renunciar a ella», dijo.
En clave interna aún queda tela que cortar en Andalucía.