julián López Martín. obispo de león
«Cada parroquia tendrá garantizada la misa en las fiestas y los funerales»
«El sacerdote es indispensable, pero hacen falta seglares y consagrados»
Entre retiros y preparativos de la Semana Santa, el obispo de León, Julián López Martín, revisa y participa en las reuniones que se suceden para poner en marcha la reordenación pastoral en la diócesis.
—Una de sus primeras actuaciones cuando llegó a León fue la de organizar los arciprestazgos y las unidades pastorales. Ahora vuelve a ocuparse de ello.
—Vayamos por partes. Cuando llegué a la diócesis hace diez años, estaba pendiente una propuesta del Sínodo diocesano 1993-95 para revisar la estructura arciprestal con criterios pastorales y no sólo geográficos, de modo que se pudiesen aprovechar mejor los recursos personales y se lograse una más eficaz distribución de tareas pastorales. En aquel sínodo se pidió iniciar un estudio sociológico que permitiese revisar los límites de los arciprestazgos y la unificación de parroquias, estableciendo también una mayor comunicación de carácter pastoral entre ellas. El objetivo era formar comunidades más vivas y abiertas a una comunión eclesial no reducida tan sólo a los actos de culto, sino a la formación de la fe o a la corresponsabilidad de los seglares, a la atención de las condiciones de vida de los sectores de población.
—¿Esa fusión supondrá un ahorro económico?
—El problema no es económico, aunque tenga algunas repercusiones, por ejemplo, en el aumento de los complementos a los sacerdotes por kilometraje, y en la menor capacidad para el mantenimiento y restauración de las iglesias y de otros bienes de las parroquias. El verdadero motivo es garantizar la atención pastoral a todos los feligreses y facilitar una acción parroquial más en línea de la comunión y de la participación de todos, sacerdotes, vida consagrada y seglares. La figura del sacerdote es indispensable, pero en una Iglesia que debe ser comunión para la misión hacen falta también los seglares y las personas consagradas. Por otra parte, el suprimir parroquias no es solución porque cada comunidad eclesial —no debe confundirse con el pueblo desde el punto de vista civil, aunque se trate de las mismas personas— seguiría siendo dueña de los bienes que posee (iglesia, cementerio en algunos casos, patrimonio cultural) y a sus feligreses habría que seguir atendiéndoles lo mismo.
—¿Por dónde van los nuevos tiempos en las parroquias de los pueblos?
—Nuestros feligreses, cuando se les explica lo que pretendemos con las unidades pastorales, lo aceptan de buen grado, aunque prefieren la misa, porque saben que, sin ella, les falta algo y les parece que no hay día festivo. Y no es fácil que se movilicen para acudir a la parroquia más cercana donde se celebra la misa, máxime cuando se trata de personas mayores.
—¿Cómo quedan las misas dominicales?
—La misa del domingo y de las fiestas de precepto se celebran siempre en la cabecera de la unidad. En las demás parroquias, cuando no se cierran en invierno, se celebra de forma rotatoria, uno o dos domingos al mes alternando con la celebración de la Palabra de Dios con la posibilidad de administrar la Comunión, a cargo de religiosas o seglares especialmente preparados y autorizados, de manera que en ningún lugar se interrumpa la celebración dominical. A cada parroquia, por pequeña que sea, se le asegura siempre la misa en la fiesta patronal, en los funerales y en otras celebraciones especiales. Esta práctica es seguida hoy en casi todas las diócesis españolas semejantes a la nuestra.