Diario de León

UN LEONÉS EN LA CÚPULA DEL PP. LA GAVIOTA MÁS JOVEN | Javier Dorado. secretario general de nn.gg.

«El ajuste tal y como están las cosas tenía que llegar tarde o temprano»

El secretario general de Nuevas Generaciones del PP es un leonés de raíces paternas, que asegura que la vocación política le surgió en León. Ha avanzado tan deprisa que ahora es el miembro más joven del Comité Ejecutivo Nacional. Con estos cargos relevantes en Génova, y asesor parlamentario de su partido en el Congreso, tiene la papeleta de explicar a los jóvenes el incierto futuro

Javier Dorado, en un momento de la entrevista en la sede del PP en la calle Génova de Madrid.

Javier Dorado, en un momento de la entrevista en la sede del PP en la calle Génova de Madrid.

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pacho rodríguez | madrid
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Javier Dorado Soto (Vigo, 1988) podría, por tradición familiar, haber sido fotógrafo de esta realidad que le toca vivir. Pero como alto cargo de NN.GG. del PP lo que tiene es que representar a una generación en la que por cada joven que trabaja hay uno parado. Él es, de esta manera, una de las fotos imprescindibles del PP joven, el del futuro. El más joven que integra el comité ejecutivo del partido. Y, a la vez, quien ha de transmitir a sus líderes cuales son las necesidades que demanda un colectivo que en su caso representa a 60.000 afiliados, pero que, por su forma de contar las cosas, pretende ser catalizador plural de la realidad juvenil española. Lleva un año como secretario general y su vida transcurre entre la sede del PP en Madrid y el Congreso. Aunque lo más normal es verle los fines de semana por León capital, por Ciñera, o por su casa familiar en Casares de Arbas.

—Su cargo, en este contexto que vive España, lejos de ser un puesto amable estará lleno de demandas y exigencias. ¿Cómo explica a la gente joven qué es lo que están haciendo al frente del Gobierno?

—Llevo en el puesto un año y once días, así que he pillado un momento bastante complicado. Todo gira en torno a la crisis, y nosotros, por supuesto, no estamos y ni somos ajenos. Pero, en primer lugar, yo lo que digo es que para afrontar una crisis hay que estar unido. Hace falta un partido unido. Y el PP lo es. Vemos lo que tenemos enfrente y pienso que es una suerte. En España, o particularmente en León, si miramos a la oposición, lo que se ve es un partido desunido. Hace falta un partido que sepa hacer pedagogía: por qué se hace esto y para qué.

—¿Cómo explica a los jóvenes de su edad este no futuro que se les presenta a todos los niveles?

—Reconozco que es difícil. La situación actual requiere gestionar un país que no pasa por sus mejores momentos sino por los más difíciles. Uno de cada dos jóvenes no tiene trabajo. Hay que explicarles que hay que tomar decisiones para que rápidamente se generen oportunidades. Es difícil explicar a los jóvenes que la recuperación no va a ser rápida.

—Desde NN.GG. y como el más joven del comité ejecutivo, ¿cómo es ese día a día en el que tiene que tratar con los líderes nacionales?

—En mi caso, con un pie en el Congreso y con otro en Génova. Somos la organización juvenil más importante de España en cantidad, y yo digo que también en calidad. Tenemos nuestro matiz propio e intentamos transmitir esas ideas al partido. Tenemos un ámbito de trabajo intenso, extenso y apasionante. Y desde el partido nos dan cabida. En realidad es una relación diaria. Este pasado lunes, por ejemplo, mantuvimos una reunión con Carlos Floriano. Y, semanalmente, con María Dolores de Cospedal.

—¿A Rajoy no llega?

—Con el presidente tengo unas coincidencias curiosas. Los dos pertenecemos a Pontevedra. Y luego está el ciclismo, que además de aficionado, yo lo practicaba en Galicia. Y luego está León, porque él vivió y estudió en León.

—¿Se acuerda y se acordará Rajoy de León?

—Se acuerda de muchas cosas de León, y con un cariño muy grande.

—Dejando de lado el pasado, para alguien que representa el futuro de su partido, ¿cómo se explica cuando tiene que hablar de recortes y otras reformas?

—Yo tengo que explicar que en tres meses se han llevado a cabo reformas laborales, financieras, de transparencia, es decir, de regeneración democrática, a nivel educativo, sanitario, impuestos… La gente joven quiere soluciones mañana y te dicen: yo te he votado para eso. Cuando uno, durante los últimos cuatro años se ha gastado lo que no tiene, lo único que ahora tiene son deudas. Yo trato de explicarlo como una familia. Una familia puede gastar un día o un mes lo que no tiene, pero llega un momento en que es inasumible. Tenemos una enfermedad y el tratamiento será difícil. Pero que nadie se olvide que este tratamiento es para curarle. El ajuste, tal y como estaban las cosas, tenía que llegar tarde o temprano.

—Por esa explicación de que el Estado es como una familia, como no es verdad, se agota en sí misma…

—A todo el mundo le gustaría decir y anunciar que se triplican las becas y la inversión en carreteras. Pero estos no son esos tiempos, sino de tomar medidas necesarias y explicarlas. Obviamente. Una familia no es un Estado. Pero una familia, una empresa o un Estado si gastan más de lo que tienen, se endeudan. Este país tiene deudas por 90.000 millones de euros. Si en Europa te miran con lupa, y estás al borde de una situación peor, tienes que actuar con responsabilidad. Pero la solución llegará. Tardará pero llegará. Lo que sí estamos haciendo ya es generar confianza para que en Europa y en el Mundo puedan decir que España es un país responsable.

—¿Pero seguro que ninguno de esos 60.000 afiliados jóvenes no le dicen que echan de menos que tanto recorte impida que se invierta, por ejemplo, en mejorar en formación y que, en cambio, se vayan a subir las matrículas universitarias y la educación en general va a ser más cara?

—La formación es una base del sistema productivo, sin duda. Pero el Gobierno no es el que sube las matrículas. Nosotros dejamos el margen de que si ven que la situación de las Autonomías es grave y necesitan hacerlo, lo hagan. Pero tampoco hay que engañarse, porque, en el tema de las becas se mantienen los criterios objetivos. Yo he sido becario, y los umbrales económicos para concederlos se mantienen. Lo que pasa ahora es que en lugar de que haya becas para irse seis semanas a aprender inglés a Nueva Zelanda, ahora tendrán que ir cuatro a Londres. O que un profesor, en lugar de ir a perfeccionar, va a tener que hacer programas de inmersión lingüística. Pero las becas se mantienen.

—¿Pero ningún compañero de partido, amigo o familiar le ha comentado que las matrículas van a subir?

—Claro, claro. Y en las redes sociales, que yo me muevo mucho por ellas, es un tema que no se puede negar. Por ejemplo, Castilla y León no se ha pronunciado al respecto. Ahora mismo, un estudiante paga el 15 por ciento de su formación. Ahora va a ser entre un 15 y un 25, según el déficit. En el caso de Madrid, como es de las Comunidades más saneadas, o Galicia, no sé qué va a pasar. Pero hay casos tremendos como Cataluña o la Comunidad Valenciana, que tienen una deuda del 100 por 100 de su PIB… Esa situación hay que solventarla. Pero también tengo que decir que la educación en España es de las más baratas en relación con países similares. Con todo, tengo que decir que esta no es la política universitaria del PP, sino una política de emergencia.

—La reforma laboral es otro tema que afecta de lleno a los jóvenes, tanto por su precariedad como por su deseo de acceder al mercado laboral. ¿Cómo explicarles una situación como la actual cuando hace seis años la incorporación al trabajo era más favorable?

—La reforma laboral no está hecha para impedir el acceso de los jóvenes, y de todo el mundo en general, a un puesto de trabajo. Ni tampoco para facilitar el despido. Está hecha para todo lo contrario. Un despido de 40 días por año no existe en ningún lugar del mundo. Si un país como España tiene la tasa más alta de paro de Europa y la indemnización por despido, más alta, igual es que pasa algo. Igual tenemos un mercado laboral que necesita un cambio. El problema son los cinco millones de parados, no que los sindicatos sientan que tienen un papel menor.

—Hay quien cree que esta reforma solo favorece al empresario. ¿Qué opina usted?

—Un empresario lo que quiere es, si puede, tener doscientos trabajadores en lugar de uno. Lo que pretende facilitar esta reforma es la competencia. Que sin un trabajador es bueno, le vaya bien y mejore en su trabajo. Y eso es lo que quieren los empresarios. Jugarse su dinero en términos de competencia. La reforma laboral pretende que el empresario no tenga miedo a contratar.

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