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El ex socio de Urdangarin amaga con un nuevo escándalo para la Corona

El abogado de Torres deja entrever que se lanzará contra el duque y la Casa Real .

Iñaki Urdangarin a su salida de los juzgados de Palma tras su declaración el 25 de febero.

Publicado por
Melchor Sáiz-Pardo | madrid
León

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En los juzgados de Palma ya hablan de un animal acorralado dispuesto a morir matando. Diego Torres ha demostrado que va a por todas y que no tiene miedo a la Casa Real. Es más, está dispuesto a situar a la Corona en el centro de su estrategia para intentar mejorar su posición en un proceso que cada vez huele más a cárcel.

En esa táctica, que en muchos círculos jurídicos se considera directamente «suicida», el exsocio de Iñaki Urdangarin cuenta con una ayuda inestimable, la de su abogado Manuel González-Peeters, quien en las últimas semanas, a través de audaces maniobras y escritos provocadores al juzgado, ha dejado claro que está dispuesto a defender a su cliente con todas las armas a su alcance, incluidas las que puedan afectar a la Monarquía.

A González-Peeters le gustan los órdagos, aun sabedor de que enfada al juez, a los fiscales, y a otros imputados y testigos en este proceso o a la Zarzuela. Le gusta jugar fuerte, tanto como para abrir la ‘caja de los truenos’ de manera inopinada, como hizo el pasado 2 de abril cuando, sin previo aviso y sin motivo aparente, entregó al juzgado tres correos electrónicos del duque de Palma en los que informaba de las gestiones que la infanta Cristina y el mismísimo Rey hicieron en 2007 a favor del tándem Urdangarin-Torres. Por primera vez, en la causa constaban documentos que apuntaban a la supuesta intermediación del jefe del Estado.

Con cuentagotas

Aquellos correos no tenían ningún sentido dentro de la táctica procesal de defensa, pues en nada exculpaban a Torres. Es más, casi empeoraban su situación. Todo el mundo interpretó ese movimiento como el primer ‘aviso a navegantes’ de una estrategia que ya no tiene marcha atrás: si el ex profesor de Esade cae la imagen de la Casa Real puede verse seriamente deteriorada.

Con cuentagotas, como si se tratara de una partida de póquer, el letrado barcelonés juega sus cartas y enseña muy poco a poco su jugada. No está dispuesto a perder esta partida, aunque sus naipes sean los peores de la mesa. Cuando aparecieron los tres famosos mensajes, en los juzgados de Palma ya se dijo que eran «solo una micra» de lo que González-Peeters tiene para utilizar contra Urdangarin y, de rebote, contra la propia Familia Real. ¿Va de farol?

Durante la última semana, algún medio ha llegado a publicar que tiene en su poder cerca de 200 correos más que pueden poner en aprietos a la Jefatura del Estado en un momento ya delicado. Un órdago, nunca confirmado por el letrado que, además de levantar ampollas puso al propio abogado en el punto de mira de la Fiscalía por, supuestamente, ocultar pruebas relevantes para el proceso.

El otro as del ex socio

El abogado, que niega públicamente cualquier intento de aproximación a Anticorrupción en busca de un trato de favor para Torres, también se ha visto en el ojo del huracán de una confusa e hipotética oferta a la Fiscalía para que su cliente y Urdangarin se libren de la cárcel a cambio de devolver una pequeña parte del dinero público que supuestamente se llevaron y de reconocerse culpables. Un muy difícil intento de acuerdo de conformidad que, tras hacerse público, se ha frustrado casi por completo.

González-Peeters guarda en la manga un segundo as, la esperadísima declaración del propio Torres, al que Urdangarin culpó en febrero de todas las irregularidades en el Instituto Nóos, el próximo 22 de mayo ante el juez José Castro. Pocos dudan de que su estrategia será la de atacar al yerno del Rey… o quizá vaya más lejos.

Sin nada o con sueldazo

En la Zarzuela son conscientes de que Diego Torres ya lo ha perdido todo, incluido su trabajo en Esade, mientras Urdangarin disfruta de una jugosa nómina en Telefónica.

También saben que el ex socio de Urdangarin está más que resentido con el hecho de que su mujer, Ana María Tejeiro, esté imputada y que la defensa del propio Urdangarin, en una extraña maniobra para convertirse en acusación, pidiera que siguiera acusada, al tiempo que la infanta Cristina, con responsabilidades similares a la esposa de Torres, quedaba fuera de esta incómoda partida.

González-Peeters, que no duda en hacer en sus escritos bromas sobre la Familia Real, ha decido unir el futuro de su cliente al del duque pase lo que pase. Su nueva táctica procesal es que la suerte de Torres debe afectar a la Casa Real, tanto como lo que le ocurra al yerno del Rey. Solo el tiempo dirá si es tan «suicida» como dicen en los juzgados de Palma.

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