Diario de León

LEÓN LUCHA POR LA MINERÍA. Los ocho de Santa Cruz

Cuatro noches bajo la montaña

Los encerrados en Santa Cruz reciben la primera visita del médico a 700 metros.

Mujeres y familiares de algunos de los ocho encerrados, ayer en la bocamina, escuchando a uno de los compañeros.

Mujeres y familiares de algunos de los ocho encerrados, ayer en la bocamina, escuchando a uno de los compañeros.

Ponferrada

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Mascan chicle para combatir la ansiedad porque no pueden fumar. Comen caliente una vez al día. Sólo beben alguna cerveza porque el alcohol, como el tabaco, está prohibido bajo tierra. Y a punto de cumplir cinco días a más de 700 metros de profundidad y sin poder hablar con sus familiares más que a través del telefonillo que comunica la galería con las oficinas de la empresa, los ocho mineros de Uminsa que han prometido salir «con los pies por delante» si el Gobierno no renuncia a recortar las ayudas al carbón se esfuerzan por adaptarse a la vida sobre una tarima de madera en el pozo de Santa Cruz del Sil.

Y de momento, tienen cuerda para rato, porque tras la primera revisión médica que pasaron ayer demostraron que «están como toros», según informó el presidente del comité de empresa, Enrique Gómez. «La humedad es fastidiada, pero están todos bien, aunque hay preocupación por cómo pueda seguir Víctor (Almeida) que tiene un segundo grado de psilicósis», añadió.

Los compañeros de los encerrados están pensando en bajarles un calentador eléctrico para combatir mejor el frío húmedo y tratan de animarles. «Ya les he dicho a los tres que fuman que aprovechen para dejar el tabaco», ironizaba ayer, porque el sentido del humor no se ha evaporado, el miembro del comité de empresa del pozo y compañero de tajo de los ocho encerrados, José Luis Núñez.

Los mineros se preparaban para pasar la cuarta noche en la galería, el travesal del caleyo cinco sur. Asegurado el abastecimiento dos veces al día —este fin de semana, compañeros de los encerrados que residen en Bembibre se encargarán de acercarles una suerte de catering caliente elaborado con ayuda de los comerciantes de la capital del Bierzo Alto, al igual que están haciendo estos días los de Matarrosa— las cartas y el dominó les sirven para atajar la monotonía.

Si quieren hablar con un familiar tienen que andar medio kilómetro por la galería hasta el teléfono. Y afuera, en la bocamina, siempre están sus mujeres y algunos amigos. Incluso ayer, cuando a las seis de la tarde los mineros se concentraban ante la Subdelegación del Gobierno en León. «Todo esta bien», decían al ver al fotógrafo. «Todo está controlado», había asegurado Núñez, camino de León. Todo, al fin y al cabo, pendiente de resolver, mientras ocho hombres —Segundo Porto, José Antonio Pérez, José Pérez, Víctor Manuel Almeida, José Araújo, Eduardo González, Primitivo Basalo y Alfredo González— matan el tiempo sin fumar a 700 metros de profundidad.

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