Un pulso por y para la supervivencia
Opinión | Francisco castañón
alcalde de la pola de gordón
La minería del carbón se enfrenta a una nueva crisis en la que más allá de las cifras de las ayudas, el consumo o la producción se esconden miles de dramas familiares, con nombres y apellidos, que una vez más ven con incertidumbre su futuro en las comarcas que han sido y son sus hogares. El coste de mantener o no la minería y las ayudas colisiona frontalmente con una deuda histórica con las cuencas leonesas que, desde hace más de un siglo, han sido con sudor y en muchos casos sangre, la energía de todo un país. Un sacrificio a muy alto precio que no ha permitido a estas comarcas buscar un desarrollo económico real a parte de este monocultivo. Es, por ello, éste el momento de pagar la deuda con las cuencas y sus gentes, garantizando el futuro del sector, recordando además como argumento de peso que el carbón es la única fuente de energía autóctona.
La actual decisión del Gobierno central, independientemente del color político, hace que las cuencas mineras nos rebelemos ante una medida ilógica e irresponsable que condena a comarcas como Gordón, Laciana, o el Bierzo a un declive marcado por una irresponsable rebaja de las ayudas que conllevará la absoluta desaparición del sector y la inviabilidad de las empresas.
Mi compromiso personal, y el del Ayuntamiento al que represento, es un apoyo sin ningún tipo de fisuras a la minería del carbón, y a la necesidad argumentada de su continuidad en el tiempo sin ningún tipo de fecha que actúe como espada de Damocles sobre las cuencas. Es un hecho constatado que la minería del carbón se está adaptando intachablemente a las necesidades del mercado, y que se prevé en los próximos años un incremento del 65% del consumo del carbón a nivel mundial. Este dato arroja la luz necesaria para seguir luchando por la continuidad de las explotaciones, ya que manifiesta que la viabilidad del sector es clara.
Es hora, por tanto, de abandonar roles y estereotipos políticos, de dejar a un lado los colores de los partidos y de luchar juntos por el futuro de la minería, y con ello de las comarcas que sin ella se verán avocadas al olvido y a la despoblación. El mantenimiento de las ayudas debe ir en consonancia con un cambio global que incluya el cumplimiento del actual Plan del Carbón y la firma de un nuevo Plan del Carbón hasta el año 2018.
Pese a la grave situación actual, la rebaja de estas ayudas no es más que un obstáculo en una larga carrera de fondo para conseguir la supervivencia del sector más allá del 2018. Es necesaria la modificación del lamentable reglamento europeo que nos exige el cierre de las explotaciones o la devolución de las ayudas en 2018. Éste es un paso definitivo que otorgará al sector el marco de tranquilad que ahora mismo necesita para continuar su actividad.
El carbón tiene todavía una larga trayectoria por delante como energía autóctona que debe ir en alza, avalada por las necesidades manifiestas del mercado, pasando por la modificación del reglamento europeo y por la definición de un mix energético nacional que garantice un porcentaje estable y un puesto preferente al consumo de carbón nacional. El pulso por la supervivencia ha comenzado y es hora de que todos apoyemos a las cuencas.