La ayuda ‘divina’ de tres curas bercianos llega hoy hasta el pozo

Hasta Dios se ha puesto de parte de los mineros en un conflicto que parece no tener fin, como tampoco el encierro de los ocho de Santa Cruz, que hoy cumplen quince días en el pozo. La ayuda divina llegará hasta el agujero en el que viven desde hace dos semanas de mano de los curas de Fabero, Matarrosa y Toreno, por cuenta de quienes hoy corre de la comida. Los tres párrocos integran una larga lista de ayuda para costear los alimentos que diariamente consumen los encerrados, pero ellos quieren ir más allá. Han pedido que se les abra paso hasta la galería donde se hayan los mineros. Quieren conversar con los ocho y llevarles no sólo comida, sino la fuerza que necesitan y la esperanza que ansían a través de la palabra de Dios.

Y es que tras 360 horas de encierro y la negativa tajante del Gobierno a un cambio de rumbo en sus decisiones, parece que sólo queda encomendarse a un ser supremo que consiga un milagro. Eso o seguir luchando en las carreteras y movilizando a comarcas enteras hasta que el ministro de Industria, José Manuel Soria, entienda —o al menos lo intente— la envergadura del sector que ha condenado a la horca.

Pero el apoyo no llega sólo del cielo, sino también desde el suelo más inestable sobre el que posan sus pies trabajadores igualmente en apuros, como los de la enseñanza. Hasta Santa Cruz del Sil llegó ayer la misiva de un profesor de Alicante a punto de quedar en paro. Se llama Julián Jiménez y encuentra en la movilización minera un ejemplo a seguir.

« En Madrid disteis una nueva lección de dignidad. De dignidad de clase y de dignidad como personas. Sois la vanguardia y el ejemplo a seguir en todas aquellas movilizaciones que existan. Sois el ejemplo de cientos de miles de trabajadores. Por ello, este profesor hoy es un alumno con ganas de aprender de vosotros, de vuestra forma de luchar, de vuestro grado de concienciación, porque los profesores de la lucha sois vosotros y nos habéis dado a todos una lección muy importante, la lección de cómo se defiende lo propio, de solidaridad, de firmeza asturleonesa, de valentía dinamitera, de coraje obrero », reza el final del escrito que ya cuelga a la entrada del pozo de Santa Cruz.

Y como de cartas fue el día de ayer, los ocho mineros de Santa Cruz están escribiendo algunas que enviarán a la clase política. En su mente están el propio presidente del Gobierno, el responsable de la cartera de Industria y el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera. Hasta ellos podrían llegar los folios llenos de razones para decir sí a la minería y tiznados del carbón que mancha las manos de los ocho mineros.