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León

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Opinión | PEDRO MUÑOZ fernández

alcalde de toreno

Nada hay peor que la indiferencia, señor Soria. Me refiero a la indiferencia ante el dolor ajeno. No son palabras mías, son de Wiesel, un preso judío de un campo de concentración nazi.

Y así me siento yo señor ministro. Como ese preso judío que podía soportar el dolor y el sufrimiento y todos los males del mundo. Pero que nunca consiguió superar la indiferencia del resto de seres humanos ante el horror de lo que allí estaba ocurriendo.

Sí, señor Soria, si hoy me embarga ese sentimiento, es por su indiferencia ante el dolor de todos mis vecinos mineros y sus familias y quienes habitan lo que los romanos denominaron Bergidum (vergel) hoy Bierzo, y que por sus decisiones está convirtiendo en un verdadero infierno.

Yo soy alcalde de un pueblo pequeño, Toreno. Me presenté bajo las siglas del Partido Popular. Un pueblo, como le digo, de tradición minera. Y como cualquier alcalde, he sufrido en muchas ocasiones por no poder darles todo aquello que necesitan y he tenido muchísimas alegrías cuando he visto cumplido alguno de nuestros compromisos. En el mitin de final de campaña electoral, de las últimas elecciones municipales, sufrí una parada cardíaca de la que me estoy reponiendo a duras penas. Y le juro que lo que menos ayuda a recuperarme es pensar durante todo el día y toda la noche en Alejandro, un niño de 11 años, hijo de uno de los mineros encerrados en el pozo Santa Cruz, que al inicio del mitin, leyó textualmente: «para servir a los demás hay que olvidarse de uno mismo. Apoyar a este grupo con experiencia y ganas de poner a Toreno en el lugar que se merece. Al municipio de Toreno le ocurrirá lo que queramos que le ocurra. Hay que decidir lo que queremos ser y hacia donde queremos ir. No lo olvidéis, somos los últimos responsables de nuestro destino. Unidos, siempre unidos, llegaremos donde nos propongamos».

Señor Soria en este pueblo decidimos ser mineros hace muchos años cuando usted ni siquiera había nacido. Esta tierra, es una tierra de inmigración. Y al calor del carbón, se asentaron en ella gentes de Andalucía, Extremadura y hasta Canarias. Hoy no quisiera pensar que tal vez nos olvidamos demasiadas veces de nosotros mismos, precisamente, para servir a los demás.

Y ya ve, señor ministro, nunca nos hemos quejado. Porque sabemos que tenemos la ultima responsabilidad de nuestro destino y por eso creemos que unidos llegaremos donde nos propongamos. Lo dijo Alejandro, lo dice su padre, lo digo yo y lo grita todo mi pueblo.

Señor Soria, si su indiferencia nos hace un daño tan injusto como innecesario es lo único que usted va a conseguir. Sabemos lo que somos y a eso no vamos a renunciar jamás. Le pido con humildad, pero con firmeza, que reflexione sobre una decisión que no ayuda a nadie, ni a nosotros, ni a usted ni a este país. ¡Créame! Esta tierra y estas gentes son necesarias para el desarrollo que todos deseamos. Por eso le pido, por último, que hoy día 6 de junio esté a la altura de la altísima responsabilidad que le ha sido encomendada.