Estamos a tiempo de no repetir los errores
Opinión | NICANOR SEN VÉLEZ
Alcalde de Cistierna y Senador
Cuando en diciembre del 91 sonó por ultima vez la sirena de la mina de Sabero, nadie se podía imaginar que transcurridos 21 años la situación de nuestra extensa comarca iba a ser tan difícil, en aquel momento se valoró que con las indemnizaciones, las prejubilaciones, los dos años de desempleo y las empresas que se iban a instalar, nuestros pueblos mineros se iban a convertir en industriales. En aquel momento, el acuerdo entre trabajadores, empresa, sindicatos y Gobierno, amparaba bajo un gran paraguas una decisión de consenso de la que nos arrepentiríamos todos y cada uno de los minutos de estos largos años. Todos quedaban contentos siendo la realidad muy diferente, no nos engañemos se es minero por tradición, porque es lo que hay y en contadas ocasiones por vocación, el tiempo demostró con la cruda y diaria realidad que nunca fue bueno y que aquello fue un gravísimo error.
Las indemnizaciones trajeron coches nuevos, compras y arreglos de casas, se pagaron créditos, se disfrutó de lo efímero que dura el poco dinero, y aquellos dos años de desempleo llegaron antes de lo previsto, cuando todo el daño estaba hecho. Las consecuencias del cierre no se dejaron esperar y poco a poco fuimos testigos de cómo nuestras tierras se iban aletargando, de cómo las familias numerosas se convertían en pequeñas, de que ya no pasaban aquellos vagones cargados de nuestro oro negro. El cierre de la cuenca origino una vertiginosa caída en los empleos de otros sectores, los ferroviarios fueron la siguiente víctima, los cuales año a año se restaban por decenas, ya no se transportaba nada y ya no hacían falta. Los transportistas siguieron la misma senda, no se movía la economía, no se construían y arreglaban casas, no se llevaba a ningún minero al pozo, no había portes ni paquetes, se acercaba el final del «vale».
Nuestro comercio siguió el mismo camino, aquellas tiendas elegantes nacidas a la sombra de los jugosos libramientos mineros se fueron quedando obsoletas, los más de cien bares se redujeron quedando en menos de la mitad, y así todo, con paso firme sin compasión alguna.
Nuestros centros escolares de primaria que superaban ampliamente los 500 alumnos de media iban cerrando aulas y con ellos los maestros que también tuvieron que coger la salida, el jaleo de los niños en los recreos se fue apagando quedando solamente la ceniza.
Es verdad que se intentó la reindustrialización, prueba de ello es el polígono industrial de Vidanes, pero por desgracia estas bellas montañas que cuidan en sus entrañas los yacimientos de carbón se encuentran alejadas de las grandes vías de comunicación y de las rutas comerciales. Su difícil orografía montañosa siempre ha implicado que el aislamiento y las malas comunicaciones permanecieran latentes obstruyendo un anhelado porvenir.
Este ha sido y sigue siendo nuestro reto, uno de nuestros grandes problemas, el hándicap a batir. Durante estos años de bonanza hemos conseguido muy poco, buscando empresas sin descanso, ofreciendo los terrenos prácticamente gratis, prometiendo ayudas a la inversión rozando los máximos permitidos, medio regalando las abundantes y cristalinas aguas, y ni aun así hemos logrado regenerar nuestro muy mermado tejido industrial.
Algunas empresas se han conseguido y de cierta entidad, y muchas otras por una mala gestión unida a la falta de control de las administraciones han convertido las ilusiones en decepciones, abocándonos nuevamente al desempleo y a la emigración, envejeciendo notablemente la media de edad de nuestros vecinos.
A principios de este año, como alcalde y senador envié una carta al ministro Soria invitándole a que visitara y escuchara a todos los alcaldes mineros leoneses, porque la cosa no pintaba nada bien, después de aquel fatídico Consejo de Ministros del treinta de diciembre, y ni siquiera desde su gabinete se han dignado en contestar.
Los españoles y por supuesto los leoneses no podemos ni debemos olvidar que el carbón es el único combustible fósil que tenemos en este país, que una mina no es una fabrica que hoy se cierra y mañana se abre, una mina cerrada automáticamente es engullida por el agua y es muy difícil y costoso su recuperación.
Tampoco pensemos que es un problema solo de los mineros, es un problema de la provincia ya que su estructura económica se centra principalmente en dos pilares fundamentales, la minería y la agricultura, precisamente la decadencia que esta viviendo la provincia viene motivada por el cierre progresivo de las explotaciones agrícolas y ganaderas y la reducción continua de puestos de trabajo en la minería, en resumen nuestro sector primario. Es necesario recordar que el sector servicios es otro de los importantes en la provincia de León y que se nutre principalmente de estos pilares y si fracasa tan solo uno de ellos se condena al cierre dejando nuestra provincia vacía de jóvenes convirtiéndola en un enorme geriátrico.
Todos tenemos jóvenes familiares (hermanos, hijos, nietos, sobrinos etc) con un futuro incierto por la falta de empleo y cada vez son más los que tienen que emigrar. Para nuestra provincia está gravísima crisis minera nunca antes conocida, será lo que marque un antes y un después, el mantenerse o caer. Estos días nuestra provincia se lo juega todo a una sola carta.
Por todo esto, Cistierna y la cuenca de Sabero, desgraciablemente, somos el mejor ejemplo de este error en el que ahora podemos volver a caer, tenemos que dejarnos de reivindicaciones farisaicas, unirnos todos los partidos, los sindicatos, y toda la sociedad.
Es el momento de caminar juntos, de estar todos en el mismo bando. No podemos dejar que todo quede en intenciones y en conversaciones internas, el presidente Herrera como máximo dirigente del PP en Castilla y León debe ir a la Moncloa y no volver hasta hacer entender a ¡Mariano Rajoy! que España y León necesitan el carbón nacional.
Somos conscientes que nuestro país no necesita un ministro que oye pero no escucha, que ni siquiera se ha dignado a salir de su flamante despacho madrileño para visitarnos y conocer la situación en las cuencas mineras, y que no puede cerrar los ojos a este grave problema con un portazo de niño enfadado. Confío en que vuelva la cordura e impere el único interés que todos queremos y que no es otra cosa que un futuro para nuestros mineros que es el futuro para nuestra provincia.