Diario de León

león lucha por la minería. Los siete de Santa Cruz

El mundo perfecto de Bruno

Bruno, por delante de su madre Silvia y de Ana, ayer por tarde en la bocamina del pozo de Santa Cruz del Sil.

Bruno, por delante de su madre Silvia y de Ana, ayer por tarde en la bocamina del pozo de Santa Cruz del Sil.

Publicado por
CARLOS FIDALGO | PONFERRADA
Ponferrada

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Bruno tiene cuatro años y a su padre encerrado en el pozo desde hace 35 días. Ayer por la tarde, y con un muñeco verde en las manos — «un Gormiti del Bosque», explica— era la estrella en la larga espera por el final de un encierro que no llega, en la boca de la mina de Santa Cruz.

Bruno vive en un mundo perfecto. Lo pone su camiseta. «Dicen por ahí que los peques son perfectos. Pregunta en la Guardería a ver qué dicen...» se lee en el pecho del niño, que echa barriga cuando alguien le pide que le enseñe las letras para que se puedan leer mejor.

Bruno —recuerden que sólo tiene cuatro años y juega con un Gormiti del Bosque— piensa que el de minero es un trabajo fácil. Más de una vez le han preguntado qué quiere ser de mayor. «Yo, minero, trabajar ahí —dice aludiendo a la boca de la mina— no es nada difícil». Y su madre Silvia se ríe, pero en el fondo debe estar pensando en Pepe, que, hay que decirlo otra vez, lleva 35 días encerrado en el pozo con otros seis compañeros en lo que empieza a ser uno de los encierros más largos de todos los conflictos mineros.

Junto a Silvia, ayer tarde —y a la misma hora en la que los mineros del pozo de Santa Cruz que también participan en la Marcha Negra entre Bembibre y Riello ya tenían que haber terminado de ducharse en la finca de Arsenio García en Valdesamario— se encontraba en la boca de la mina de Santa Cruz Ana, la esposa de Segundo. Ana reía las ocurrencias de Bruno, como todos en la banca de madera, pero a ratos se cruzaba de brazos y dejaba la mirada perdida.

«¿Cómo pasáis una tarde de sábado aquí, después de tantos días?», le pregunta el periodista. «Pues charlando, unas veces riendo y otras callando», responde, mientras Bruno, ajeno a las imperfecciones del mundo, sigue jugando con un Gormiti del Bosque.

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