Diario de León

león lucha por la minería. Pendientes también del fútbol

Los cascos también son para el verano

Vítores, aplausos, lágrimas y hasta flores reciben a los mineros a su paso por los pueblos. Hoy las dos marchas se unen.

Óscar, José Manuel, Luis Óscar, Manuel y Dacosta, en plena marcha.

Óscar, José Manuel, Luis Óscar, Manuel y Dacosta, en plena marcha.

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muñiz
León

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Son las 10.30 horas de la mañana y los mineros forman de nuevo a dos. Un coche de la Guardia Civil quema el embrague por delante. Por detrás, dos furgonetas de la Cruz Roja y otro todoterreno de los agentes a paso de minero (ligero en sus dos primeras jornadas) de camino a Madrid. A una media de más de seis kilómetros por hora. A pleno sol de finales de junio, apaciguado aún por la brisa omañesa. Cuando el minero abandone la guarida de la montaña no le va a quedar otra que acogerse al decálogo del peregrino veraniego: madrugar, caminar con la fresca y recogerse al implacable sol del mediodía.

Lo saben bien los cascos de estos mineros. Por algo llevan una pestaña para las lámparas, porque están hechos para la penumbra, para el interior. Para el pozo, no para el sol. Según avanza la mañana los mensajes escritos a rotulador al padre, al esposo, amenazan con derretirse. Algunos buscan el alivio de la gorra de algodón. Menos minera, más convencional, pero mejor aliada en el tórrido mediodía.

Otros prefieren, incluso en plena solana, mantener el casco. «Es más fresco, corre un poco de aire», mantiene Pepín Fernández. Pesa más, eso sí, pero a este peso están acostumbrados de sobra. A ese peso y al de otros tópicos. Como el de los elevados salarios y jubilaciones del sector, animado por la ministra de Empleo, Fátima Báñez, que asegura que los mineros prejubilados cobran unos «más que razonables 2.100 euros al mes».

A la mayoría de los mineros de la marcha negra no les salen las cuentas. Ni a los que están en activo, incluso los fijos con antigüedad en interior, ni a los de los cielos abiertos que están en el régimen minero (no digamos a los muchos que están como construcción, transporte,...). Uno de ellos desglosa su última nómina (a cambio de mantener el anonimato): el salario del mes, más 60 horas extra, más un festivo y otros pagos pendientes, total 1.800 euros. En un mes normal, 1.200 euros. Es ayudante minero, con contrato fijo en la empresa carbonera.

El mismo trabajo, realizado a través de una subcontrata, supone cobrar unos 600 euros menos. «Hay muchos sueldos de 900 ó 1.000 euros para mineros de interior. Yo mismo, cuando entré hace 15 años, ganaba más dinero que ahora».

La jornada fijada en los convenios para interior es de siete horas diarias, en el exterior una más. Pero pocos mineros pasan menos de 10 horas al día en el tajo. Hay que sumar producción para redondear sueldos. Sólo algunos privilegiados con años y mejoras a sus espaldas se acercan a los salarios de antes.

Tampoco a los últimos prejubilados les quedan muy boyantes pensiones, aseguran los mineros. Ni a los que ya no trabajan por accidentes y lesiones de la mina. Los dos hermanos de Manolo Rodríguez (que cambia en su camiseta la reivindicación minera por un «Pitu, te quiero») han tenido que dejar el pozo poco después de cumplir los 30 años. Uno se cortó los dedos, ahora completa su pensión con un trabajo de dependiente. Otro se trató durante cinco años de un lumbago que resultó ser una hernia discal que le ha regalado una nueva columna acorazada.

Lo que no se paga, ni aunque los sueldos fueran el doble, «es el deterioro físico que produce la mina». Las condiciones han mejorado en las últimas décadas, pero el trabajo sigue siendo penoso. Y peligroso. «Ahora se dice menos». Pero la muerte sigue rondando. «Todos podemos contar historias de subidas de gas, costeros, avenidas de lodo,...». Luis Óscar López Gavela señala que, «se pongan las medidas que se pongan, muchas cosas de la mina son incontrolables. Ahora no sólo hay más seguridad, sino que los mineros estamos más preparados para tener prevención».

Lo ratifica Rafael Sánchez, delegado minero de seguridad, que advierte de que los recortes presupuestarios no impliquen una menor inversión en esta partida. «En este sector no sólo vale hacer números, hay que entender la mina para saber qué hace falta».

La charla transcurre en la marcha salpicada de interrupciones para dar las gracias a los conductores que alientan con insistentes pitidos la reivindicación minera. «Esto sí que da moral». Aunque es el apoyo de quienes jalean desde los arcenes y las aceras la marcha negra el que emociona de veras. Aplausos, vivas, pancartas y no pocas lágrimas. Hasta flores les tiraron ayer a «estos héroes».

«¿Qué va a pasar cuando dejemos León? ¿Cómo van a responder en otras provincias?» Hace 20 años el recibimiento fue caluroso y cariñoso en todas partes, hoy los mineros tienen más dudas. Aunque ya les han enviado mensajes de apoyo. A su llegada a Benavente, incluso, los trabajadores de Pevafersa (que también luchan por su futuro) se sumarán a los tres últimos kilómetros de marcha.

De momento la taberna Barros de Villablino sigue enviando puntualmente los bocadillos de la comida, en la que también colaborará Gasóleos Álvarez Llamas. Los ayuntamientos ceden los lugares donde dormir, y dan cena y desayuno.

Aunque dormir, la primera noche, poco. Primero por la euforia, pero también por la contundencia de una caldereta omañesa con la que les homenajeó el Ayuntamiento de Murias de Paredes. «Buenísima». Pero que a muchos les dejó una digestión de varias horas.

Y luego, compartir noche con «unos cuantos que roncan como sierras». El descanso fue por tanto relativo, pero el cansancio será el mejor somnífero en las próximas jornadas.

Ayer los mineros que partieron el viernes de Villablino recorrieron la distancia entre Murias y Riello, con parada para comer en El Castillo. Por la mañana les despidieron la alcaldesa de Murias, Carmen Mallo , y el alcalde de Pola de Gordón, Francisco Castañón . «La generosidad y el altruismo de estos hombres es admirable. El trabajo de minero se basa en la solidaridad y el compañerismo, ahora esta marcha lo confirma, como el de la gente que está poniendo en riesgo su salud encerrado en el pozo. Estamos muy agradecidos».

Hoy esperarán en Riello la llegada de la marcha del Bierzo, para emprender por la tarde camino conjunto. La marcha crece.

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