«Los mineros renuncian a todo por la marcha»

Sara Fuentes es una de las samaritanas con que cuenta la II Marcha Negra. En León se enteró de que el ayuntamiento de la capital cedía el pabellón pero no les daba comida y pensó que ella podía ayudar a los mineros. Hacía un mes que había quedado en el paro y su marido trabaja fuera. Se presentó voluntaria y desde entonces viaja con el equipo de avituallamiento de la columna minera. Al finalizar las etapas va a los pabellones con su balde y todo tipo de ungüentos, la mayoría naturales, para colaborar en las tareas de cuidado a los mineros. «Ellos lo agradecen mucho. Son gente ruda en el trato, pero entre ellos. A mí me miman muchísimo, hablamos de las familias...». A lo largo de estos trece días ha notado que «los mineros renuncian a todo por la marcha: tienen que hacer cola para comer, para ducharse, dormir en el suelo...»

Sara Fuentes admira a los mineros porque «son los que están haciendo algo. La gente los critica y dice que viven del Estado, pero la realidad es que los mineros se juegan la vida. He conocido a mujeres que han entrado en la mina porque ha fallecido un familiar suyo. No le deseo a nadie tener que conseguir el trabajo por quedarse huérfana», comenta. La samaritana admite que ella no podría trabajar en una mina a 400 metros de profundidad, «sin ver el sol y llena de humedad».