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El fraude doméstico de Urdangarin

Una asistenta confirma ante el juez que los duques de Palma la contrataron para trabajar en negro, pero lo defraudado no es suficiente para imputarles un delito.

Publicado por
melchor sáiz-pardo | madrid
León

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Iñaki Urdangarin y su esposa, Cristina de Borbón, no se sentarán en un banquillo de acusados por fraude a la Seguridad Social, pero no será por falta de pruebas. La Fiscalía y la acusación particular del caso Nóos no van a tratar de imputarles por esas supuestas irregularidades porque están prescritas y porque lo defraudado no llega a los 120.000 euros, cantidad mínima para hablar de delito. Pero los indicios de los presuntos chanchullos que hicieron con el servicio doméstico son más que «palmarios», según fuentes de Anticorrupción. Y ahora, además, estas acusaciones están ratificadas ante el juez de instrucción, José Castro.

La declaración de la ecuatoriana nacionalizada española Elsa Sánchez la pasada semana en Barcelona fue, probablemente, la más delicada para la hija del Rey aunque pasó desapercibida. Todas las fuentes consultadas coinciden en que sus revelaciones para el sumario de la pieza 25 del caso Palma Arena en el que se investigan delitos de millones de euros no tienen relevancia jurídica, pero dan buena cuenta del día a día en la residencia de los Urdangarin-Borbón.

Según los documentos judiciales, Sánchez no titubeó ante Castro y se ratificó punto por punto en las acusaciones que la inmigrante ya hizo en sede policial contra los duques de Palma. En el 2004 hizo una entrevista de trabajo en la que estuvo presente el matrimonio y en la que se le advirtió que si entraba en la casa como empleada del hogar trabajaría sin contrato. La testigo siguió trabajando en negro hasta que un día se cansó y reclamó a los duqes de Palma un contrato porque estaba a las puertas de conseguir la nacionalidad y necesitaba demostrar que tenía un trabajo. Urdangarin accedió e hizo un contrato a la mujer, pero no de asistenta del hogar, sino como telefonista en Aizoon, su inmobiliaria. La joven hispano-ecuatoriana confesó ante el juez que jamás ejerció esas funciones y que nunca ha trabajado en esa empresa, pero reconoció que no reclamó a los duques porque a ella lo que le interesaba era un contrato para conseguir los papeles.

Fieles a la familia

Nunca antes alguien al servicio de los duques de Palma había sido tan claro como Sánchez, pero no era la primera vez que los fiscales y el juez escuchaban historias sospechosas. Ante el magistrado pasaron Monalisa y Lucian Catalin Nonosel, el matrimonio rumano que trabajó para los Urdangarin-Borbón desde el 2005 hasta el 2009, cuando estos se marcharon a vivir a Washington. A diferencia de Elsa Sánchez, la pareja rumana se mostró fiel a sus patrones e hizo lo que pudo por exculparles. Los dos también eran empleados de Aizoon y explicaron al juez que, aunque al principio hacían labores del hogar, el duque les propuso una suerte de ascenso y les contrató como «auxiliares administrativos» de su empresa.

Ni el fiscal ni el juez creyeron demasiado la versión de los Nonosel, según fuentes del caso. En poder del instructor ya obran los mails que en febrero del 2008 intercambiaron la asistente de Urdangarin, Julita Cuquerella, y el contable de la trama, Nóos, Marco Tejeiro, a cuenta de la orden de la Seguridad Social para embargar las cuentas del matrimonio tras comprobar que los rumanos trabajaban en Pedralbes sin cotizar. Una correspondencia que revela que su alta en Aizoon, fue retroactiva y que la Administración dio por buena esa maniobra sin hacer muchas preguntas. «Al final conseguimos pararlo sin pagar nada y dándoles de baja con fecha de abril del año pasado», relataba en uno de esos correos Cuquerella cuando Tejeiro le preguntó sobre cómo habían acabado los problemas del yerno y de la hija del Rey con la Seguridad Social.