Diario de León

león lucha por la minería. Los combatientes del norte no se rinden

Los mineros quieren salir del túnel

. La columna minera despierta a Madrid tras cruzar a las 8.20 horas de la mañana el túnel de Guadarrama . . Emotivo recuerdo a los encerrados en el pozo de Santa Cruz en la llegada de la Marcha Negra a Villalba.

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Ana Gaitero Alonso. Texto | Norberto Cabezas. Fotos
León

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Jose es conductor de autobús en Madrid pero canta Santa Bárbara Bendita como si fuera minero. «Me la descargué y la he escuchado un montón de veces». El muchacho es una de las cientos de personas que esperan a los mineros a la salida del túnel de Guadarrama, a las 8.20 horas de la mañana de un domingo soleado y más caluroso cuanto más se aleja la columna del amanecer y de la sierra. Jose admira a los mineros, aunque nunca estuvo en un pozo. Los admira porque «defienden lo que es de todos».

«Ya estamos cerca, pero el Gobierno sigue en sus trece y no vemos una solución a corto plazo, después de tanto esfuerzo». Roberto Quintas , de 50 años, y su compañero Albano Gonçalves fueron ayer los primeros mineros en pisar Madrid. Villablino encabezaba la columna de la III Marcha Negra que atravesó la sierra de Guadarrama por el túnel de servicio de la autopista, evitando el Alto del León conquistado hace 20 años por los mineros de Laciana en la I Marcha Negra.

Los mineros salieron del túnel de Guadarrama triunfantes. Cantaban Santa Bárbara bendita, para no olvidar los sacrificios históricos de la mina y elevar el ánimo. Una gran multitud llegada de Madrid, de los pueblos de la sierra y del antaño cinturón rojo les recibió con gaitas, sidrina y una gran ovación: «Madrid, obrero apoya a los mineros».

Lo que quieren los mineros es salir del túnel en el que están metidos, que les impide entrar en la mina desde hace mes y medio. Un túnel en el que no ven luz y que mantiene encerrados a siete hombres en el pozo Santa Cruz del Sil, en el Bierzo, y a otros ocho en los pozos Candín y Santiago de Asturias. «Estoy aquí por ellos, por los ocho de Santa Cruz y mi ilusión es llegar a Madrid y felicitarles por su labor, que es mayor que la nuestra», afirma Belarmino Bernárdez , el hombre de los 18 pies.

Los encerrados están en la mente de los mineros que están a punto de llegar a la meta, la capital del Reino, después de 20 días de caminata desde el norte. «Si pudiera, acortaría los días para llegar porque los encerrados lo pasan mal y pueden tener problemas de salud de por vida», explica Carlos Andrés Díez Páramo , de Villablino.

Los mineros agradecen el cariño de la gente y se emocionan. La piel se les eriza cuando ven a las mujeres que lloran a su paso y que les dan ánimo y agua. «Estoy muy agradecido a todas las personas que nos han apoyado en la marcha negra», afirma José Luis Fernández Hernández , Pulido , también lacianiego. Hace dos décadas que trabaja para Victorino Alonso en el lavadero de Villablino, sin embargo sólo hace tres que cotiza en el régimen especial del carbón. Su mayor deseo es que «antes de entrar en Madrid se arregle todo».

Los mineros claman contra Soria pero aún esperan que tenga un gesto para salir del túnel. Y recuerdan al Gobierno que «no es sólo un problema de mineros, sino de toda la sociedad española», afirma Bernárdez porque «el pueblo y los obreros quienes le han votado para que nos sacara de la crisis». «Somos un ejemplo para que los demás sectores salgan a la calle y reclamen sus derechos», apostilla El Indio . «Es necesario que la gente se dé cuenta de que tiene que luchar por lo suyo», añade Alfredo Álvarez , Rapante , el que iza la bandera de León.

Los mineros leoneses, palentinos y asturianos despiertan a Madrid. Pisan la comunidad de Esperanza Aguirre y desde aquí, el ombligo de España, quieren despertar al país entero, aunque sea domingo. «Tanto sufrimiento tiene que servir de algo», clama Tomás López , el de Penoselo, el pueblo de los Ancares leoneses en el que durante el invierno vive sola una mujer mayor.

Y Madrid despierta. En unos sitios antes que en otros. La columna minera se multiplica por diez en esta mañana soleada de domingo. Son muchas personas las que sienten que las campanas doblan por ti. Que no son islas sino pedazos de continentes. Y subieron a esperarlos al Alto del León, con Cayo Lara , el coordinador de Izquierda Unida y los coordinadores de Castilla y León, José María González , y de Asturias. Tuvieron que bajar a toda prisa a la Tablada, a la salida del túnel. «Es emocionante», afirma. Son cerca de 1.500 personas entre mineros y acompañantes en la columna que desfila por Guadarrama.

Los mineros salen del túnel «como de la mina», dice Colmenero . «¡Tiembla Madrid!», gritan unos. «¡Viva Madrid y mueran los fachas!», vocean otros. Su amigo el del helicóptero verde ha vuelto a aparecer en el cielo. «Ya están controlándonos otra vez». Están hartos. «Somos mineros, no somos terroristas», gritan mirando al cielo.

«Pensé que nunca diría ésto: Tengo ganas de volver a trabajar, pero si cuando termina la marcha no hay solución hay que seguir tirando a tope», señala Miguel Ángel Pérez , el Indio , durante el trayecto de 3,2 kilómetros del túnel de Guadarrama. Es optimista. «Hay mil fórmulas de solucionar ésto». Todavía confía en que el ministro «ceda algo» y sobre todo «en la ventanina» que ha abierto Europa al prestarse a mediar con el Gobierno español.

Los mineros están contentos a la salida del túnel. «Nos lo ponían tan grave y ya has visto cómo nos han recibido», afirma Juan José Liébana de la Hoz , uno de los mineros palentinos que van con el grupo de Villablino. Si abrazar al cantante de Lujuria, Óscar Sancho , en San Rafael le dio la alegría más grande de la marcha, entrar en Madrid con ovaciones, fue una gran sorpresa.

«Me ha impresionado salir del túnel cantando Santa Bárbara, se me ponía el vello de punta», afirma Miguel Báez , un minero del pozo Santa Cruz que dejó Madrid hace años para vivir en Tombrio de Arriba, el pueblo de su esposa. «Fue una oportunidad dejar Madrid: no cambio una maceta de las de casa por todos los jardines de Madrid. Me considero berciano», asegura.

Un caso raro en una provincia que emigra sin parar. Eloy Rodríguez es uno de las decenas de miles de leoneses que emigraron en los últimos 50 años. Viene en la cola de la columna minera. Está emocionado. «Soy de Sahelices de Sabero y me saqué la carrera de Sociología y Políticas trabajando como ayudante minero en Hulleras de Sabero en verano. Sin mina aquello no es nada».

La columna pasa por Guadarrama y se escancia más sidra. Manuel Da Costa se acuerda de su hijo que está aquí en un campamento, aunque no puede verlo, ni llamarlo. Caminan los mineros por la N-VI y dejan atrás el Valle de los Caídos. A Carlos Alberto Ferreira no se les escapa una condena a la barbarie. «No os rindáis, ánimos», dice una mujer desde el arcén. Pero muchos conductores pasan indiferentes, serios: «Aburguesados, a los fachas se les conoce bien», dice el de la columna berciana.

«¿A dónde váis que están todos los ministerios cerrados?», les dice una mujer a la entrada de Collado-Villalba. «Eso es para el miércoles, señora». La mujer dice que su hija trabaja en Intereconomía. Si lo saben los mineros... Un directivo del Atlético de Bembibre, Pablos , saluda a la columna. «¡Bembibre, Bembibre!», gritan los bercianos. ¡«Hay que despertar al país!», les gritan. «Todo seguidito por allí», les indica una mujer mayor. Es el día de la bici en Villalba. Un niño pregunta a su padre: «¿Es cómo hacer el Camino de Santiago?».

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