Diario de León

león lucha por la minería | Triunfo de la dignidad minera

Madrid se rinde a los mineros

. La columna de los mineros españoles pasa de culo por La Moncloa tras ganar un juicio en el TSJM . . Los mineros de las cuencas leonesas son los primeros en pisar el centro de la Villa con sus banderas.

Gran Vía se quedó pequeña para acoger el gentío que acompañó a los mineros

Gran Vía se quedó pequeña para acoger el gentío que acompañó a los mineros

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Ana gaitero alonso TEXTO
León

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Los mineros españoles tomaron Madrid por justicia y la calle se rindió a su paso. La III Marcha Negra entró en la Villa cerca de las 21.00 horas, después de pasar de culo por el Palacio de la Moncloa, residencia del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

«¡Vamos de culo, vamos de culo!» gritaron los que sacan el carbón: 220 mineros de las cuencas leonesas, asturianas, palentinas, aragonesas, castellano-manchegas y andaluzas. Los mineros Juan José Colmenero y Simón Sevilla, de la Montaña Central Leonesa, fueron los primeros en pisar el centro de la Corte. Los mineros triunfaron en el foro con las banderas de León y el Bierzo acompañadas de estandartes de La Pola de Gordón, izado por Jonathan González Caballero, y de Laciana, a manos de Albano Gonçalves.

El pase por La Moncloa fue un acto casi heróico. Los mineros tuvieron que conseguir un salvoconducto en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ayer por la mañana. Los mineros conocieron la noticia mientras comían paella en la urbanización Rosa Luxemburgo de Aravaca. La delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, había prohibido el itinerario por Moncloa por «motivos de seguridad». El caso es que pasaron por Moncloa con el único inconveniente del hedor de un riachuelo medio seco. «Huele a podrido», sentenció Belarmino Bernárdez, el minero que camina con sus pies y con los de los compañeros encerrados en el pozo Santa Cruz.

Madrid se rindió a los mineros y los jóvenes madrileños de la asamblea popular de Moncloa encendieron bengalas de color púrpura para celebrar su llegada. «Vivan las comarcas mineras», gritó Felipe Rodríguez, de Toreno, al avistar el Arco de la Victoria.

Dos horas después, ya de noche, tomarían esta puerta triunfante con sus lámparas iluminando el Madrid caluroso del mes de julio y las esperanzas de jóvenes entusiastas y carrozas que añoran sus años de lucha. «Aquí están estos son los mineros del carbón», cantaban con el himno de Santa Bárbara de fondo.

«Bienvenidos a Madrid», «Sois un ejemplo de lucha» decían los carteles desplegados sobre la pasarela peatonal. Un joven madrileño derramaba lágrimas al paso de los mineros. Ya no son solo las mujeres las que lloran ante los «héroes del carbón». Ni sus familias de las cuencas mineras. Un empleado del metro, Miguel Ángel Pardo, declaró con los ojos humedecidos: : «Estoy aquí por mis hijos, por mis nietos, por los mineros, por mí. Si no estoy aquí no duermo».

«¡Carbón español, carbón español!», gritaron los mineros. Su grito continuo. Hay gente en Madrid que parece entender lo que les pasa a los mineros españoles, los que sacan el carbón: «Por cada euro al carbón recauda 3 euros la Administración», decía la pancarta improvisada por una ciudadana al paso de la columna minera.

«Ni un paso atrás, las cuencas no se rinden», apunta otra pancarta en la valla del recinto universitario. No son sólo obreros los que quieren mancharse con la dignidad negra del carbón.

El rector de la Universidad Complutense, José Carrillo les recibió en su casa con estas palabras: «Gracias a vosotros, sois todo un ejemplo a seguir», dijo al desearles «suerte en  la lucha».  El rector de la Universidad Politécnica, Carlos Conde, reconoció que «ya habéis triunfado socialmente». Los maníficos rectores y los trabajadores universitarios agasajaron a los mineros por impartir máster en lucha obrera y ciudadana caminando de norte a sur y de este a oeste en un país atrapado entre las tijeras de los recortes.

Los mineros cubrieron la décimonovena etapa, la penúltima, entre Aravaca y Madrid a lo largo de cinco kilómetros bajo un fuerte dispositivo policial a lo largo de la vía de servicio de la A-6. Salía Madrid de trabajar en dirección a los pueblos dormitorio y se asomaron por los coches muchos puños en alto y gritos solidarios.

Hubo quien equivocó el puño y quiso resucitar a Franco. Los mineros tuvieron que contener a un compañero. «Mente fría», le dijeron advirtieron. «Quieren que no lleguemos y no vamos a darles razones», le animaba José, el de Berlanga, mientras tiraba de sentido del humor y bailaba gritando: «¡Viva Chueca!».

«Si llegamos es un triunfo nuestro y si no, lo es para ellos», aconsejaba Albano Gonçalves. «Tenemos que aplaudir a los que levantan el puño e ignorar a los otros. Eso es ser sabios». Los mineros leoneses quieren temple. Y bromean al policía encorsetado en un chaleco antibalas frente a La Moncloa. «¡Eso sí que da calor!». El muchacho suda la gota gorda custodiando el palacio.

Peores que el sudor de la fibra blindada son las lágrimas por la muerte de un compañero . Javier Menéndez, Piki,  no se quitó en estos dáis el chaleco que daba ánimo a Orlando, el compañero herido en Cerredo. Y rompió en lágrimas al conocer su muerte. Los mineros guardaron un minuto de silencio en su memoria en el campus universitario cuando les anunciaron públicamenet el fatal desenlace. La muerte es compañera de la mina. Pero no por ello duele menos. Pero hay que continuar el camino. «¡Aupa mineros!», les gitran los madrileños. «El único camino es la lucha», decía otro cartel. A los mineros se lo van a decir.

Álvaro es uno de 50 mineros aragoneses que ayer por la tarde se unieron a la columna de las cuencas del norte en Aravaca. Trabaja en las minas de Mequinenza, sierra de Arcos, en el límite de las provincias de Teruel y Lérida. «Somos catalano parlantes», subraya. Después de 19 días de recorrido acaban de atravesar Madrid desde Alcobendas. «Han sido días muy duros por el calor, el viento y el frío. Pero el encuentro ha sido emocionante porque peleamos por lo mismo y ya teníamos ganas de ver a gente», declara.

La Marcha Negra ha servido para que conocer a los mineros los del norte y a los de su propia provincia, los de la cuenca de Andorra. Pero si hay algo que le ha emocionado a este minero ha sido la gente. Sobre todo los madrileños. «No lo esperábamos», señala recordando la acogida que tuvieron en Alcalá de Henares. «No soy de la selección española...», dice emocionado. Pero es de la Negra. La selección de la dignidad. Lo más gratificante de la marcha, apunta, es que «se ha despertado la conciencia de la gente». Y recuerda: en España sólo se consume un 15% de carbón nacional, el resto es de importación».

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