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León

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La andanada | pedro vicente

Si alguien presumía -y motivos podía haber- un debate sobre el estado de la comunidad tenso y crispado, se equivocaba de palmo a palmo. El cabreo social suscitado por la oleada de recortes del Gobierno de la nación tuvo su reflejo a las puertas del «mausoleo» parlamentario, donde centenares de funcionarios se concentraron al inicio de la sesión al grito de «Manos arriba, esto es un atraco». Pero puertas adentro, la confrontación parlamentaria transcurrió sin el menor asomo de acritud. Ello no quiere decir que fuera un debate de guante blanco. Como era de rigor, la oposición no pasó por alto los recortes e incumplimientos acumulados por el gobierno autonómico en este primer año de la actual Legislatura. «Siento que su última etapa como presidente sea la más negra para esta comunidad», le espetó a Juan Vicente Herrera el socialista Óscar López al final de una intervención en la que, además de criticar con dureza la gestión de la Junta, cargó, y mucho, las tintas contra Rajoy y su Gobierno. Todo ello, eso sí, en un tono sosegado, exento de cualquier ataque personal.

Ese tono deja la puerta abierta al dialogo sobre los tres posibles pactos de comunidad ofrecidos ayer por el presidente Herrera, ninguno de los cuales por cierto era novedad. Si acaso lo novedoso radica en que el referente a la «sostenibilidad de los servicios públicos» va ligado ahora a la posible adopción de nuevas medidas fiscales, entiéndase la posibilidad de subir los impuestos autonómicos. Los otros dos asuntos son los referidos a un pretendido Plan de estímulo al crecimiento y a la tan traída y llevada ordenación territorial.

Lógicamente Herrera se amparó en la insuficiencia financiera de la comunidad y en la obligatoriedad de reducir el deficit para justificar los recortes (en su vocabulario, «ajustes») llevados a cabo en los servicios prestados por la administración autonómica. Y sobre los incumplimientos electorales reprochados al PP, el presidente de la Junta se preguntó en qué programa figuraban las medidas adoptadas por Zapatero en mayo del 2010. En esa línea, y hablando de infraestructuras, se remontó incluso al famoso Consejo de Ministros de julio del 2004 en León, el del famoso «Plan Oeste». Aunque reiteró su posición sobre el conflicto del carbón, Herrera se esforzó en todo momento por quitar hierro a sus tiranteces con el Gobierno Rajoy, matizando cuidadosamente el sentido de la abstención de la consejera de Hacienda en el pasado Consejo de Política Fiscal y Financiera. El mismo sosiego se mantuvo en la confrontación con los dos procuradores del grupo mixto. José María González, el de IU, abundó en los mismos reproches expuestos antes por el socialista López, dirigidos tanto a la Junta como al gobierno central. «Ha sido un año perdido», proclamó González. Por su parte, Alejandro Valderas se mostró sorprendido de que el presidente Herrera pida colaboración a la oposición al mismo tiempo que la Junta ningunea al Parlamento. El leonesista llegó a afirmar que en esta comunidad «el Ejecutivo tiene amordazado al Legislativo», aseveración que rechazó tajantemente Herrera.

Valderas se lamentó de la falta de autogobierno real, calificando a la Junta de asumir el papel de una simple gerencia de servicios públicos. «En algo hemos avanzado: Ahora el fantasma no radica en Valladolid, el monstruo de las galletas vive en Madrid», replicó con cordialidad el presidente.

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