La sequía pasa factura a León
Los agricultores leoneses han declarado ya 4.000 hectáreas de cultivos devastadas por agostamiento. La cuenca del Duero se enfrenta al peor verano «en 50 años o más»; lo «más serio» está en Villameca. Los embalses empiezan a limitar el suministro, pero seis de cada diez hectáreas garantizarán el riego.
No es el peor verano que recuerden los meteorólogos de La Virgen del Camino, pero está lloviendo un 60% menos de lo normal. Si a ello le suman un otoño y un invierno extremadamente secos, como los pasados, el resultado es un campo siniestrado. Agroseguro estima que, a estas alturas de año, alrededor de 4.000 hectáreas de cultivo de secano están devastadas por la sequía, una crisis que, aun siendo «moderada», como recalcan los responsables de la aseguradora en el área Noroeste, afecta a numerosos productores, en tanto que la parcela media de secano en la provincia abarca entre una y 1,5 hectáreas. Esa situación de desastre se declara cuando los agricultores obtienen menos del 70% de la producción asegurada, circunstancia que ya se ha extendido a las plantaciones de cereal. No obstante, el alcance puede ser mucho mayor del que presentan los datos de Agroseguro, puesto que el nivel de aseguramiento de los cultivos de secano en León es muy bajo frente a la contingencia de la sequía, como advierte el sindicato agrario Asaja.
La mayoría está a salvo
Los regadíos, aunque garantizados durante el presente mes de agosto para todos los cultivos a los que llega el agua embalsada en León, «tenderán a la baja» ante la que se prevé como «peor campaña de los últimos 50 años o más» en la cuenca del Duero, según avanzó José Valín, presidente de CHD. Aunque con restricciones, las 80.000 hectáreas que dependen del Porma y de Riaño, de pozos y sondeos, incluso de zonas altas de ríos no regulados —es el 60% de la superficie cultivada en León—, no notarán en exceso la sequía hidrológica. El «problema serio» lo tienen los regantes del consumido embalse de Villameca y, fuera de León, los de la zona Pisuerga y Bajo Duero. A este respecto, se calcula que alrededor de 5.000 hectáreas de cultivos asociados a Villameca, como alubia o patata, no se han podido sembrar y se han tenido que destinar a cereal de invierno o, en el peor de los casos, a barbecho.
Los pantanos se encuentran en niveles muy desiguales, que oscilan entre los 3,6 hectómetros cúbicos de Villameca —17% de su capacidad— y los 311 de Riaño, más o menos la mitad de su vaso. Barrios de Luna tiene una tercera parte del agua que podría embalsar, por lo que las 45.000 hectáreas de cultivos que se vinculan a esta presa, principalemente de maíz y remolacha, tampoco están exentos de riesgo. Según los datos facilitados por CHD, los ríos regulados por estos embalses han llevado hasta ahora más agua que en todo el año para distribuir el riego. El Esla tiene un caudal de 23 metros cúbicos por segundo, cuando lo habitual es 16 metros cúbicos. El Órbigo, a la altura de Cebrones, transporta 11,6 metros cúbicos frente a los tres habituales. Pero, gradualmente, el grifo se irá cerrando y los cauces volverán a normalizarse, indicó Valín.
No está ocurriendo lo mismo con los ríos Bernesga y Torío, sobre todo con grandes tramos del segundo. El agua apenas entra en la capital leonesa —el río presenta una imagen desoladora en Villanueva de las Manzanas— y, curiosamente, los técnicos de CHD no han detectado todavía mortandad de peces porque aún quedan pozas en viejos azudes que les sirven de refugio, al menos temporal. En el Bierzo, tampoco parece garantizado el riego en los cultivos que dependen del embalse de Bárcena, perteneciente a la cuenca Miño-Sil. Los más afectados son los cultivos de huerta y, sobre todo, los frutales. En esta zona, el problema radica en las pérdidas de agua por unas canalizaciones obsoletas.
Sin pasto, más pienso
De manera indirecta, los titulares de explotaciones ganaderas también se ven afectados por la sequía heredada de la etapa invernal. Los pastos de montaña destinados al ganado vacuno y equino y las tierras bajas, ocupadas por rebaños extensivos de ovejas, no tienen pasto. Esto se suma al alza del precio de los piensos, que, según fuentes del sector, alcanzan los 300 euros por tonelada, unos 50 euros más que hace un año. La viabilidad de muchas explotaciones depende de este margen de gastos, puesto que la escasez de pasto aumenta notablemente los costes de alimentación.