«Se pasa mal, no lo dominas y es jodido»
Los bomberos de León pasaron ayer la prueba de San Lorenzo. «Lo peor fue al principio porque sólo veíamos humo, hacía mucho calor y no sabías ni donde estaba el fuego». Así hablaba anoche Ramón, uno de los más jóvenes del parque leonés: «Todo era humo y muchísimo calor. No se veían las llamas y te daba la pájara», subrayó.
Los momentos más complicados los vivió cuando el fuego se propagó de la tercera a la cuarta planta. «Llevo ocho años trabajando y nunca viví una situación así. Ha sido realmente peligroso», admitió.
Después de seis horas de trabajo casi ininterrumpido apenas se distinguía su rostro del uniforme. Es una silueta completamente negra. «Está controlado, pero todavía nos queda un rato», le decía a su mujer por teléfono en un momento de descanso.
A pocos metros un compañero, Carlos, inhala oxígeno en una de las ambulancias de los servcios de emergencias. «Se pasa mal. Ves que no lo dominas y es jodido. Estoy cansado, agotado», acierta a decir el hombre tras reponerse. Inmediatemente, pregunta por el compañero que ha tenido que ser trasladado al hospital.
Su esposa no fue la única familiar de los bomberos que se pasó la tarde en la acera de Ordoño II pendiente de lo que ocurría en el número 10.
«Nunca le vi en otra igual, aunque la verdad es que casi nunca te enteras de lo que hacen hasta que no ha pasado. Y es mejor porque lo pasas fatal», afirma la compañera de otro bombero. Pero hoy era inevitable: «Íbamos a la piscina cuando le avisaron y aquí me he pasado toda la tarde», añade.
«¡No te arriesgues, que no cobras!», gritaba uno de los curiosos desde la acera de enfrente a los bomberos que estaban en el tejado. Entre bromas y veras salían a relucir los problemas de la ciudad y las consecuencias del incendio. «Esto nos va a costar mucho a la ciudadanía», afirma Ángel Suárez. «Con la reunión de políticos que hay ahí, lo solucionan todo en un momento», ríe otro. «Se quema enterito, ¡qué pena!», exclama realmente preocupada una de las mujeres que se acercaron desde el hogar de pensionistas de San Isidoro.
«Estábamos jugando la partida y llegaba el humo hasta allí. Luego nos dijeron que era el Ayuntamiento y vinimos para acá», señala María del Carmen Lorenzana. A su lado, un hombre está pendiente del móvil. Es Ángel Urdiales, vecino del número 2 de Alfonso V.
Salió a la calle y se quedó al otro la cinta cuando se acordonó la vía. «No me dejan subir y cada poco llamo a casa por teléfono porque está mi mujer con los nietos. Están bien, mejor que aquí porque este humo es tóxico», asegura. Era el día de San Lorenzo y el Ayuntamiento de León ardió como el mártir.