Diario de León

Vecinos y comercio se reponen de una noche de humo y agua

L. os comerciantes levantan las trapas con temor y los vecinos vuelven a la rutina.

Fruela es uno de los establecimientos que se ha visto afectado por el siniestro.

Fruela es uno de los establecimientos que se ha visto afectado por el siniestro.

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carmen Tapia | león
León

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La incertidumbre fue la sensación dominante entre los propietarios de los comercios próximos al edificio del Ayuntamiento. El director de la tienda de textil Fruela, Pepe Alija, daba instrucciones al personal para proteger las prendas de nueva temporada que se guardan en el almacén. Los cascotes y el agua vertida por los bomberos para apagar el incendio que se filtró por el techo y mantuvo al personal en alerta hasta las dos de la madrugada. «Tuvimos que colocar unos contenedores debajo de las goteras para que cayera el agua dentro y no se nos inundara el suelo. Retiramos todas las prendas. En el techo del almacén hay un agujero y palés caídos. Pero para lo que podía haber pasado esto no ha sido nada», se lamentaba Alija. Un fuerte olor a humo impregna la tienda. «Me parece una suerte que hayamos librado. Caían cascotes y cristales. Pasamos miedo. Si el fuego hubiera saltado para esta parte de la calle hubiera provocado una catástrofe porque los edificios son antiguos».

«Hubo una deflagración y nos cayó todo encima», cuenta uno de los vecinos del edificio evacuado que tuvo que ser atendido en el Hospital de León por inhalación de humos. En el patio de luces del edificio todavía están los restos de la pared interior reventada por una explosión, que ha dejado una grieta lateral de lado a lado del edificio.

Los comerciantes levantaban las trapas de sus negocios con temor. «Mamá, tranquila, no ha pasado nada» anunciaba por el móvil una de las propietarias de un comercio.

Los comerciantes lamentaban el corte del tráfico en la calle Alfonso V, «al estar la calle cortada no pasa tanta gente a comprar», comentaba la dependienta de una tienda de corsetería, que recogía agua del suelo y lamentaba el olor que elhumo ha dejado en la mercancía. «Las señoras no quieren prendas de ropa interior que huela a humo», asegura.

El bar La Farola también permaneció cerrado, con el suelo inundado.

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