Diario de León

TRAGEDIA MEDIOAMBIENTAL EN LEÓN | DOS DÍAS DESPUÉS EN LOS PUEBLOS

«Ya estamos atufados»

Hartos del «exceso de confianza» con el fuego, los primeros vecinos se echan al monte para colaborar en la extinción de las llamas, como han hecho durante siglos.

Las aulas de la naturaleza también sufren daños.

Las aulas de la naturaleza también sufren daños.

Publicado por
m. romero | valdería / valduerna
León

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«Si nos hubieran dejado desde el principio...». Un comentario tan leonés era repetido ayer en los atribulados pueblos del incendio. «Hace años, cuando saltaba un incendio salía todo el pueblo a apagarlo y no se nos fue jamás de las manos, pero ahora nos lo prohíben». Lo cierto es que las críticas empezaron a emanar ayer en las calles como las setas que han dejado de crecer en el monte. «Los pueblos les pedimos cortafuegos y dicen que no hay dinero. ¿Cuánto cuesta todo este despliegue? Ahora sí hay dinero, claro. Qué vergüenza», se queja Nemesio mientras observa con preocupación las llamas que empiezan a asomar por la peña de la Niña, en Morla de la Valdería. «Todo se ha aburrallado », sentencia. En su pueblo, los ingresos de la pedanía proceden del coto de caza, ahora devastado por el incendio, como ha ocurrido con otros muchos del entorno.

Las calles de decenas de pueblos de los municipios de Castrocontrigo, Luyego, Quintana y Congosto, Destriana y Castrillo de la Valduerna permanecían ayer o repletas de corrillos o prácticamente vacías, sin término medio. Uno de los lugares donde más gente se arremolinó fue Torneros de Jamuz, sobre el que ha pesado la constante amenaza de evacuación. Isidoro se mostraba incrédulo ante el hecho de que su corral empezara a arder cuando el frente del incendio se encontraba a 400 o 500 metros del pueblo. «Que alguien me lo explique», repite. Valen, una mujer muy amable del pueblo, requirió la atención de los servicios sanitarios por un ataque de ansiedad, como otra de sus vecinas mayores, que lleva marcapasos. «Me quedé en shock de la impresión. Cuando abriá la puerta y vi lo que ocurría no pude reaccionar», relata ante un grupo de vecinos. A ellos les avisaron sobre las seis y media de la tarde del lunes para que evacuaran. A las nueve y media de la noche pudieron volver. «No es que te dijeran que te fueras, pero es que veías venir que era la única opción», comenta Leo. Ante una alerta de ese tipo, ¿qué se lleva uno de casa?

En Destriana, entre comentario y comentario se sabe que unos cogieron «los papeles más importantes de la casa», otros «el único dinero que había en la caja» y, la mayoría, apenas preparon bolsas con prendas de ropa y lo imprescindible para pasar fuera de casa, a lo más, un día. «El pueblo salía a estos incendios siempre rápido, ahora no te dejan actuar», se repite una y otra vez en los comentarios. «Es que ya estamos atufados, como las abejas», dice un mayor.

Ante tal situación, fueron muchos los que cogieron pala y pico y salieron en busca del fuego; hombres y mujeres. Se vio a varones fornidos echando tierra con las manos o a patadas sobre las llamas mientras se les caían las lágrimas. «Es que les va la vida en ello», explica después un guardia forestal, que apunta que los jóvenes que han buscado la alternativa en la resina fueron los primeros en intentar parar el incendio. Botellas de agua, ramas verdes de pino, mascarillas domésticas, muchas de ellas articuladas con un simple pañuelo húmedo, incluso sulfatadoras sirivieron para atenuar la virulencia del fuego.

Eso los que se quedaron en el pueblo, porque hay quien optó por pasar la noche fuera de su casa. Muchos mayores fueron buscados por sus hijos o familiares y desplazados después hasta León, La Bañeza o pueblos del área de Astorga. Aparicio, que regresó a primera hora del día a Torneros, dice estar «muerta de miedo».

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