opinión
Los incendios en bosques de pinares
Departamento de Biodiversidad y Gestión Ambiental de la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales de la ULE
Uno de los principales problemas medioambientales que recorre y devasta nuestros ecosistemas cada verano son los incendios forestales. Aunque estos siempre han estado presentes, en las últimas décadas se están manifestando como una de las amenazas más graves para los ecosistemas. Países como Portugal y Grecia, comparten con España la problemática de ver cómo los incendios forestales recorren cada año miles de hectáreas a pesar de los esfuerzos invertidos en la extinción y en la prevención.
Dentro de España, destaca por el número de incendios la comunidad autónoma de Castilla y León, que es una de las más extensas de Europa, dónde además, casi el 50% de la superficie corresponde a superficie forestal, que año tras año es susceptible de sufrir incendios. Así, este verano está siendo catastrófico desde el punto de vista del número de hectáreas que se están quemando, y el incendio que está ocurriendo en Castocontrigo tiene la peculiaridad de ser el más grande de los producidos en la provincia de León en las últimas décadas.
Cuando se consideran los problemas provocados por los incendios forestales, lo primero y fundamental es pensar en la gente que se ve afectada de forma directa, ya que en gran medida dependen de estos montes para obtener ingresos, y en segundo lugar, en los efectos sobre los ecosistemas, que a su vez afectan de forma indirecta a las personas. Estas consideraciones permitirán definir las posibles actuaciones a realizar con el fin de recuperar las zonas quemadas lo más rápidamente posible.
Dentro de los impactos sobre los ecosistemas es primordial tener en cuenta los efectos sobre el suelo. Incendios de esta categoría, clasificados como «Grandes Incendios», pueden provocar graves perdidas del mismo por erosión y en este caso, la regeneración post-incendio será mucho más costosa y precisará de intervenciones externas al funcionamiento del propio ecosistema y por tanto, serán necesarios muchos más años para volver a una situación similar a la original. Pero también es importante considerar los efectos sobre la vegetación, ya que cuanto antes se recupere, más protegido se encontrará el suelo frente a problemas erosivos. En estos montes, de la zona de Castrocontrigo y de la Sierra del Teleno, la especie dominante es Pinus pinaster, que al igual que ocurre con otras especies de pinos, como Pinus halepensis, presentan adaptaciones especiales para poder sobrevivir al fuego, principalmente en masas forestales que han sufrido de forma recurrente incendios, como las de la provincia de León. Esta especie presenta un tipo de piñas (piñas serotinas) que son capaces de sobrevivir al fuego y se abren por el incremento de temperatura durante el incendio. Una vez abiertas diseminan los piñones que germinan fácilmente sobre un lecho de cenizas con gran cantidad de nutrientes, y sin competencia con otras especies. También suelen presentar, si son árboles adultos, un elevado grosor de la corteza que protege a los pinos del incremento de la temperatura en los tejidos más sensibles del interior del tronco. Además, presentan una gran precocidad en la edad a la cual comienzan a producir semilla viable (6-7 años).
Todas estas características hacen que masas forestales similares a las que se están quemando en Castrocontrigo presenten una buena capacidad de recuperación, según se ha comprobado en estudios sobre regeneración post-fuego, llevados a cabo por el grupo de Ecología del Fuego de la Universidad de León.
Sin embargo, no se debería generalizar respecto a la respuesta post-fuego, principalmente en grandes incendios, porque nunca dos incendios son similares y la capacidad de regeneración del ecosistema depende en gran medida de la intensidad alcanzada.
Esta será función de la vegetación (tipo y cantidad) que haya originalmente y de las condiciones ambientales que definan el movimiento del incendio. Así, en general, los grandes incendios, como el que está ocurriendo, suelen presentar unas intensidades y severidades muy elevadas y por consiguiente, con efectos muy negativos a nivel del ecosistema.
Por tanto, será necesario realizar una evaluación post-incendio que ayude a definir las bases de gestión forestal sostenible, siempre con el objetivo de recuperación de las masas originales, de modo que el ecosistema se vea afectado lo menos posible, lo que redundará positivamente en el beneficio para la población que depende del mismo.