Juan M. Sánchez Gordillo alcalde de marinaleda y líder del sat
«Rato y Urdangarin sí que han dañado la imagen de España»
«Nos persiguen por cuatro carritos de comida y no a los directores de bancos».
Juan Manuel Sánchez Gordillo (Marinaleda, 1952) ha declarado por su cuenta la guerra al Gobierno y al poder económico. Sus marchas por Andalucía junto a los jornaleros del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), sus asaltos a supermercados y las ocupaciones de fincas han dado la vuelta al mundo y han llevado incluso a The Guardian a equiparar su figura a la Gandhi.
—¿Qué pretenden usted y el Sindicato Andaluz de Trabajadores con sus marchas por toda Andalucía?
—Que se vea la cara oculta de la Luna, que en este caso es la crisis. Queremos denunciar que en España hay tres millones de pobres, que un 35% de las personas que vive en las ciudades se encuentra por debajo del umbral de la pobreza, que volvemos a ser un país de emigrantes o que la propiedad de la tierra se encuentra concentrada en muy pocas manos. Pretendemos que se deje de hablar de la prima de riesgo porque lo que de verdad importa es que los recortes sociales han recaído solo sobre las espaldas de los más necesitados. Esta crisis tiene nombre, apellidos y DNI.
—¿Aseguran estar dispuestos a ir a la cárcel por ello?
—La mejor ideología del mundo no merece quitar una sola vida por ella, pero sí que uno mismo dé la suya defendiéndola. Nosotros practicamos una ‘no violencia activa’ y no tenemos miedo a ir a la cárcel. Hay directores de bancos que han estafado a ancianos con las preferentes, pero sin embargo es a nosotros a quienes se está persiguiendo por cuatro carritos de comida.
—¿No tienen medio a que se pueda desatar la violencia en alguna de sus acciones?
—No nos mueve ningún objetivo violento. En nuestras acciones siempre hay riesgo de que algo suceda, pero procuramos que ese peligro recaiga solo sobre nosotros.
—¿Se están sintiendo apoyados en su recorrido?
—Muchísimo. La llegada a Córdoba fue apoteósica, muchas personas se nos unieron aunque la ciudad estaba tomada militarmente y no pudimos continuar con nuestro recorrido.
—¿Cómo financian las marchas?
—El 90% es gracias al apoyo de la gente que nos da comida y agua al paso por los pueblos. Aún así se nos unen tantas personas que en ocasiones tenemos problemas de infraestructura.
—¿Qué alternativa a los recortes proponen?
—Lo primero es dejar de pagar la deuda de los bancos y que esta sea asumida por ellos mismos. Si ocupamos sucursales bancarias es para exigirles que tengan un gesto con aquellos que peor los están pasando y paralicen los desahucios. También solicitamos el fin de los despidos, contratos públicos de seis meses para los parados o que los supermercados donen los alimentos que aún no han vendido cinco días antes de que caduquen y haya que tirarlos a la basura, algo que es de sentido común. Respecto a la financiación, los bancos piden al BCE dinero a un interés del 0,75%, y acto seguido se lo prestan al Estado al 7%, nos ahorraríamos todo ese dinero acudiendo directamente al BCE. Parece que pedimos la Luna, pero los que somos un poco utópicos pelearemos por conseguir estos objetivos.
—El Gobierno le critica por la imagen que las ocupaciones ofrecen de España en el exterior...
—Eso es una ridiculez. Y Rato, Urdangarin o las preferentes qué imagen han dado de España en el exterior. Ahora resultará que nosotros también tenemos la culpa de que suba la prima de riesgo. Lo que ha hecho el Gobierno es desatar una caza de brujas contra nosotros.
—¿Qué le parece que el diario británico ‘The Guardian’ le haya comparado con Gandhi como un ejemplo de desobediencia civil?
—Me hace ilusión aunque no creo que yo esté a su altura. Gandhi es un personaje de la historia admirable que desde la ‘no violencia’ echó de la India a un imperio tan poderoso como el británico