Rajoy pone fecha a la recuperación económica y la fija en junio del 2013
El presidente justifica la subida del IVA y los ajustes en la apertura del curso político.
Cumplir con las tradiciones también entraña riesgos. Mariano Rajoy lleva desde el 2006 iniciando el curso político tras las vacaciones de verano en los jardines del castillo de Soutomaior, en la provincia de Pontevedra. Repasar sus seis discursos anteriores ofrece una vista retrospectiva de las promesas que realizó el líder del PP antes de llegar a La Moncloa. Y las hemerotecas llevan meses jugando malas pasadas al presidente del Gobierno.
Rajoy, consciente de este handicap, cogió el toro por los cuernos y en su primera intervención en Soutomaior como jefe del Ejecutivo se apresuró a recordar que, hace ahora justo un año, auguró que a España le quedaba por delante una tarea muy difícil y que se equivocaban aquellos que presumen que se pueden hacer las cosas sin esfuerzo, en clara alusión al entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero y al que sería su rival en las urnas, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Rajoy, tal vez amparándose en su derecho a no echarse piedras sobre su propio tejado, obvió otras partes de aquella intervención que hoy ya no podría suscribir. Por ejemplo, su convencimiento de que de la crisis no se salía ni subiendo impuestos ni recortando en educación y sanidad.
El presidente tenía en esta ocasión otro objetivo: defender su política de ajustes y reformas proclamando que los «duros sacrificios» que ha impuesto a los españoles en sus primeros ocho meses de mandato darán sus frutos antes de lo previsto.
Rajoy ha pasado de generalizar sobre la posibilidad de que España viera pronto la luz al final del túnel de la crisis a poner fecha al inicio de la recuperación. Será en junio del 2013 y, a su juicio, gracias al prolijo programa de reformas que su Gobierno comenzó a ejecutar nada más tomar posesión.
Desgaste
«Dentro de un año, las cosas estarán mucho mejor que hoy», aseveró ante más de mil cargos del PP gallego ávidos de moral tras concoer que las encuestas ponen en la picota la reelección de Alberto Núñez Feijóo a causa, precisamente, del desgaste que sufre el partido debido a los tijeretazos de Rajoy. Eso sí, no concretó qué grado de mejoría logrará la economía española y si ese «estaremos mucho mejor» incluye la creación de empleo neto.
El inquilino de la Moncloa insistió en que no ha tenido otra opción que imponer estos severos ajustes para plantar cara a un déficit de las cuestas públicas que abocaba a España hacia el abismo.
«La subida del IVA no va a caer en saco roto», declamó durante su alocución para abundar en esta tesis. De hecho, insinuó que de no haber subido el IVA, el Gobierno habría tenido dificultades para poder pagar las pensiones e, incluso, la sanidad y la educación públicas.
Rajoy, más valiente que en otras intervenciones, asumió que una parte importante de la población, incluido votantes del PP, cuestionan su política económica. Sabe, y así se lo advierten algunos de sus asesores, que está perdiendo apoyo ciudadano a raudales y que las críticas a su gestión sobrepasan, incluso, barreras infranqueables para la formación de centro-derecha como la lucha contra ETA.
Rajoy apeló, una vez más, a esa mayoría silenciosa de españoles a los que atribuye tres cualidades esenciales: sensatez, sentido común y coherencia. El presidente no tiene duda de que esta mayoría sepa ponderar que su Gobierno está trabajando desde el primer día para solucionar el problema de la herencia que dejó el anterior Gobierno socialista. «Los sacrificios no serán en vano», remachó.