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Una oleada de inmigrantes ocupa un islote español frente a Marruecos

El Gobierno califica de «delicada» la situación actual en la isla de Tierra.

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colpisa | madrid

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La presión migratoria vuelve a poner a prueba las relaciones con Marruecos y a cuestionar la soberanía española de los peñones frente a las costas africanas. La llegada de otros 68 inmigrantes la madrugada del sábado a la isla de Tierra elevó a 81 el número de personas que permanecen en el diminuto islote perteneciente al archipiélago de Alhucemas y situado a escasos 10 o 30 metros de la costa marroquí, según la pleamar.

El Gobierno reconoció ayer que la situación es «delicada» y acusó a las mafias de querer aprovechar «la fibra humanitaria» para abrir nuevas rutas de entrada ilegal al territorio español.

«Se trata de una acción perfectamente coordinada y orquestada por parte de las mafias que trafican con seres humanos», explicó el delegado del Gobierno en Melilla, Abdelmalik El Barkani. «Las pretendidas nuevas vías de acceso a territorio español por parte de inmigrantes irregulares no pueden estar al servicio de las mafias que negocian sin pudor con seres humanos», añadió. Y es que el Ejecutivo está convencido de que la mayor vigilancia en los tradicionales puntos de entrada, como en las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla, ha obligado a estos grupos a cambiar su ‘modus operandi’ y buscar lugares más accesibles y menos vigilados.

Protocolo

La prueba de ese cambio en las rutas de las mafias se refleja en los movimientos en los últimos meses alrededor de estos peñones de soberanía española pero muy próximos a Marruecos. Desde mayo hasta doce pateras han llegado a estos deshabitados islotes. El protocolo establece que una vez localizados, las fuerzas de seguridad españolas deben trasladarles al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes en Melilla o, en caso de estar colapsado, a la Península.

Sin embargo, el pasado miércoles, tras la llegada de otra patera con 19 inmigrantes el Gobierno modificó su actuación. Solo trasladadó a Melilla, ciudad situada a más de cien kilómetros de la isla de Tierra, a seis personas: tres bebés, dos madres de los menores y una embarazada. Al resto de los inmigrantes se les dio asistencia humanitaria, es decir, algo de comida y unas mantas, pero permanecieron en la isla. Una decisión que no evitó la nueva oleada.