«Soy mi propia jefa, para bien y para mal»

Convertirse en agricultora ha sido para Carmen Domínguez el motor de su vida. Las circunstancias hicieron que ella se convirtiera en la titular principal de la explotación. «Pero trabajamos codo con codo», aclara. Cuando se le recuerda que sus fincas dieron la producción de remolacha más alta que las de su marido, matiza: «Sólo una tonelada más». El secreto de la remolacha «es meter mucho dinero en las tierras» y eso quiere decir abonarlas bien y darles todo el agua que necesitan. Por suerte, en su caso no dependen sólo del agua del pantano. «La remolacha tiene que estar verde y sana», matiza. «Soy mi propia jefa, para lo bueno y para lo malo, porque trabajo no falta y el campo es sacrificado», apostilla. Sobre todo en la época de riego, y durante la campaña de la remolacha. No hay nada que le disguste del campo: «Me encanta abrir las ventanas y ver verde», aunque el frío lo lleva mal. Carmen Domínguez es una apasionada y moderna lectora. La azada, los libros y, ahora el e-book, son sus compañeros inseparables durante el verano. A falta de vacaciones —cuatro salidas en un cuarto de siglo— viaja por la historia y de la ficción. La herencia de la tierra, de Andrés Vidal, es uno de sus favoritos.