«Lo peor es no ver el final del camino»
«Lo que peor llevo es no saber dónde está el final del camino», afirman Sabrina Auditore y Alberto Pérez, de 32 y 33 años. Como los tiempos de espera van en aumento calculan que, como mínimo, tendrá que pasar un año antes de que les llegue la esperada llamada. «Te dicen que hagas tu vida, pero todos los días sale la conversación en casa», alega ella. La habitación ya está preparada. Empezaron los trámites en abril de 2009, pero no fueron admitidos en el cupo para las adopciones de Filipinas hasta junio del 2011. Son de las parejas que admiten que su futuro hijo o hija tenga ciertas enfermedades o haya nacido antes de tiempo. Estos factores juegan a favor del tiempo. «Hemos sido muy generosos», subraya Sabrina mientras juega con Ángela. Las parejas entablaron amistad a raíz del proceso de adopción. «Merece la pena la espera», les dice José Ángel. «Con tantas trabas cuando la tienes dices: tenía que ser ella», apostilla Mercedes.