Las familias eran seleccionadas por su estatus y la práctica del catolicismo
Sor María Gómez Valbuena es por ahora la única cabeza ‘visible’ de la trama de los niños robados. Forma parte del selecto grupo de personas de la Asociación Española para la Protección de la Adopción que decidían sobre quienes eran las familias apropiadas para los niños y niñas en adopción y quienes eran las madres que no merecían a sus criaturas.
Con la democracia instaurada en España existió hasta mediados de los 80 el Patronato de Protección de la Mujer para tutelar y castigar a las mujeres que se desviaban de la norma del matrimonio a la hora de concebir hijos. Muchas vivieron su embarazo recluidas en la residencia Madre de la Almudena de Peñagrande de Madrid. «A mis padres les propusieron que dejara a mi hijo en adopción, a mí no porque era menor», asegura la leonesa María García.
Las contradicciones y cambios de fechas de los papeles de adopción y partidas de nacimiento y defunción siembran en personas adoptadas y en madres que dieron por muertas a sus criaturas en la maternidad. «Si mi madre biológica realmente quería entregarme no me gustaría ver ningún dato», asegura una mujer que nació el 16 de noviembre de 1974 en la maternidad de Santa Cristina. Sor María Gómez Valbuena figura como asistente social en la adopción de C. P. S.
En otro expediente hecho público por una niña adoptada cuya madre asegura que no pudo hacer nada por recuperar a su hija, la religiosa leonesa dice de la familia adoptante: «Los padres seleccionados son un matrimonio de conducta ejemplar, aspecto agradable y que profesan un catolicismo vivencial».