Diario de León

La monja que ‘conseguía’ bebés

Sor María Gómez Valbuena, nacida en Valderrueda e imputada por presunto robo de una niña en 1982, llegó a ser una de las grandes influyentes en las adopciones como asistente social en una maternidad.

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ana gaitero | león
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«Procuro hacer el bien y confío sólo en Dios». Corre el año 1980 y sor María Gómez Valbuena dirige la maternidad de la clínica Santa Cristina de Madrid, donde también es asistente social. En aquel entonces, muchas personas recurren a sor María para adoptar. Sabían que ella era la persona que podía conseguirles un bebé.

La monja que siendo jovencita dejó su pueblo, Valderrueda, a los pies de la montaña oriental leonesa, para hacerse religiosa de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, está en el ojo del huracán del escándalo de los niños robados en España y tiene 87 años.

Sor María Gómez está imputada por delitos de detención ilegal permanente, que se castiga hasta con 20 años, y falsedad documental. El detonante: el presunto robo de una niña nacida en 1982 en la clínica madrileña.

María Luisa Torres denunció que la religiosa le arrebató a su hija tras tacharla de adúltera: «Como te atrevas a protestar, te denunciaremos por adulterio y te quitarán también a tu otra hija», asegura que le amenazó.

Ella lo negó en un escrito difundido a los medios de comunicación: «Me repugna en lo más hondo de mi ser, considero inadmisible e injustificable en ninguna circunstancia y jamás he tenido conocimiento de la separación de un recién nacido de su madre biológica, realizada bajo coacciones y amenazas». Ante el juez se negó a declarar.

Sin embargo, el cerco judicial a sor María Gómez Valbuena va en aumento. La Audiencia provincial de León acaba de ordenar la reapertura de otro caso, de abril de 1978, cuando Felisa O. ingresó en la Casa de la Madre de Madrid. La mujer dio a luz el 26 de mayo de 1978 a las 14.15 horas y dos horas después sor María comunicó que el niño había muerto.

Blindada

Mientras el juez Adolfo Carretero, titular del Juzgado de Instrucción número 47 de Madrid, toma declaración a 24 testigos hasta el 11 de octubre por el caso de María Luisa Torres, la congregación mantiene aislada a la monja y protegida en Madrid. Ni su familia ni las Hijas de la Caridad quieren hablar. Ni para bien, ni para mal. «No puedo atenderla», respondió la visitadora de las Hijas de la Caridad en Madrid. Tampoco su letrado.

No es la primera vez que el nombre de la religiosa leonesa salta a los medios de comunicación. En 1980 el diario El País publicó una serie de artículos dedicados al problema de las adopciones en España, controladas por una asociación privada en lugar de por el Estado hasta que se aprueba una ley en 1985. Sor María es retratada como una de las personas más influyentes en las adopciones. Ella no lo niega.

Incluso presume de que en tres años recibió más de tres mil peticiones de familias interesadas en una adopción.

Gregorio Guijarro, que entonces era fiscal del Tribunal Supremo y presidente de la Asociación Española para la Protección de la Adopción (Aepa), aseguró: «En cuestión de adoptantes un buen fichero está en manos de sor María Balbuena» (sic). Guijarro tenía adoptadas dos gemelas.

Una buena guía

La religiosa no veía con buenos ojos que la Diputación se ocupe de las adopciones y se autotitula como «buena guía» para dar soluciones cuando se «presentan complicaciones» gracias a su experiencia. La monja se quejó de no haber recibido ayuda oficial cuando se enfrentó a una detención en la Dirección General de la Policía, junto a dos chicas que, según dijo, entregaron en adopción a sus criaturas. El vecino de la pensión en la que se alojaban las denunció al no ver bebés tras el parto. Sor María recurrió a un amigo policía.

Alejandro Alcalde, padre adoptivo de Pilar, la hija de María Luisa Torres, define a la monja como una persona «fría y calculadora». Hace tres años pidió a la monja datos de la familia biológica de su hija adoptiva, pero ella se los negó tajantamente. El hombre niega que pagara por la adopción y dijo al juez Carretero que cuando él y su esposa recibieron a la niña les aseguraron que la madre biológica «era joven y no tenía medios» para hacerse cargo de la criatura.

Sor María estuvo al frente de la maternidad de Santa Cristina hasta principios de los 80 y muy vinculada a la estructura de la Asociación para la Protección de la Adopción. Fue asistente social colegiada y sucedió en el puesto a sor María Guerrero, la «maestra» de sor María en la maternidad pública de Santa Cristina. En los 60 estuvo en el hospital provincial de la Merced de Huelva y en la casa cuna de Ayamonte. Otro nombre que se repite es el del médico Eduardo Vela. La congregación sigue el caso entre la incredulidad y la expectación. «Ella sola no podía hacer eso...», comenta una hermana. Las madres de SOS Bebés Robados aseguran que sor María «es la punta del iceberg» de la trama.

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