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en memoria de los difuntos. un negocio que se mantiene

La muerte no regatea con la crisis

La facturación por los servicios funerarios apenas se ha reducido un 5% durante la crisis, aunque . se han multiplicado por cuatro las solicitudes de financiación y aplazamientos en los tanatorios.

León

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Las estrecheces económicas de los leoneses son evidentes, también a la hora del último adiós. Pero con la despedida de los nuestros no se regatea. Se negocia, sí, y las empresas funerarias se adaptan ofreciendo nuevos servicios de financiación. Pero a un ser querido sólo se le despide una vez. Y la economía, en esto, pinta poco. Es así a pesar de que la muerte es uno de los trámites más caros a los que deben enfrentarse las familias. En León, el coste medio de los servicios asociados a un fallecimiento en de 3.700 euros en lo que se refiere al velatorio e inhumación del finado (los gastos de herencias, sucesiones, etc. a parte). Las aseguradoras pagan de media 2.700 euros (a lo que hay que añadir los pluses que incluyen las familias); mientras que un servicio privado tiene un coste medio de 4.000 euros. Si a eso hay que añadir adquisición de sepultura o nicho, colocación de panteón, etc. el gasto se dipsara aún más. Incluso en el caso, cada vez más frecuente, de las incineraciones.

 

Un gasto que se mantiene

Pese a la crisis, los funerales tienen una parte ineludible que cumplir, pero también un aspecto sentimental que cuidar. Morir es caro y doloroso, y eso no puede remediarlo nadie. Pero sí es posible hacer del homenaje y el recuerdo a los que se van algo íntimo y personal, lo más alejado posible a un frío trámite. Y en eso, al margen de rescates, desempleo o sistemas financieros (y familiares) al borde de la quiebra, es algo que cada vez valoran más las familias leonesas. Los servicios funerarios toman nota.

De hecho en Serfunle, en los últimos meses, se ha producido una «revolución» en lo que a oferta de servicios funerarios (más allá de lo estricta o tradicionalmente necesario) se exige. Al margen de los trámites sanitarios y administrativos a seguir, ineludibles, y de las despedidas tradicionales; al margen incluso de estos tiempos de recorte presupuestario general, desde el servicio funerario mancomunado leonés se está dando respuesta a la demanda de las familias a la hora de despedir a los suyos. Recordatorios personalizados y biográficos, música que atempere las frías acogidas en el cementerio, momentos para el recuerdo en ceremonias civiles,... Incluso servicios psicológicos y terapias de grupo frente a ausencias traumáticas por lo inesperadas, o deprimentes por el rastro de soledad que dejan. Los servicios funerarios atienden las exigencias de los que se van, pero se vuelcan en las necesidades de los que quedan.

Lo explica Jerónimo Miguel, gerente de Serfunle desde hace muy pocos meses, y cuya ocupación principal en este primer momento ha sido volcarse en la racionalización del funcionamiento del cementerio para una fecha como la de hoy, multitudinaria en las instalaciones de Puente Castro (en la capital leonesa, y que como en los cementerios del resto de la provincia viven desde el pasado miércoles y hasta el domingo una afluencia de visitantes muy superior a la media del resto del año). Miguel reconoce que en el negocio de las funerarias la crisis «se ha notado poco». Son conscientes, porque les llega de sobra, de que «la gente lo está pasando mal». Pero «este servicio no deja de tener un enorme componente sentimental».

En cifras, el descenso de la facturación de Serfunle (que incluye desde los servicios exigibles en caso de fallecimiento hasta las flores, el precio del arca o la urna de incineración, o las flores que adornan la capilla ardiente del finado), apenas se han reducido un 5% en los últimos tiempos. Serfunle atiende anualmente una media de 1.800 fallecimientos, y para el ejercicio actual tiene contemplado un nivel de facturación de 5,5 millones de euros, que «se está cumpliendo fielmente». Un volumen de ventas que incluye desde los servicios del tanatorio (que aglutinan un 80% del total) a los gastos del crematorio o el cementerio (que «vienen siendo muy similares»).