El Gobierno se la juega con las pensiones
Rajoy apuesta sólo por el déficit y olvida sus promesas para intentar cumplir con la UE.
Jugarse la mayoría absoluta que logró en las urnas a una sola carta. Ésto es lo que ha hecho Mariano Rajoy en sus primeros once meses de mandato al sacrificar, una tras otra, sus principales promesas electorales en su desesperado intento por cumplir con el objetivo de reducir el déficit del Estado. El último renuncio de Mariano Rajoy, el que «más le ha dolido», según confiesan fuentes del Ejecutivo, ha sido no actualizar las pensiones conforme al incremento del IPC.
El presidente del Gobierno repitió hasta la saciedad, antes y después de llegar a la Moncloa, que pediría esfuerzos a todos los españoles menos al colectivo que consideraba más vulnerable: los jubilados. Y, una vez más, Rajoy ha delegado la comunicación de esta mala noticia, que afectará a 8,9 millones de pensionistas, en Soraya Sáenz de Santamaría que, junto a la ministra de Empleo, Fátima Báñez, explicaron el viernes los pormenores de esta decisión que incluye un cambio en la propia ley que rige este tipo de prestaciones en nuestro país y que, hasta ahora, obligaba al Gobierno de turno a abonar una paga de compensación para que los pensionistas no perdieran poder adquisitivo ante cualquier incremento del IPC. De momento, solo Báñez ha anunciado su comparecencia en el Congreso.
El hachazo a las pensiones contradice, en cierta manera, las declaraciones en sede parlamentaria esta misma semana el propio presidente del Gobierno y de su ministro de Economía, Luis de Guindos, en las que certificaban que lo peor de la crisis ya había pasado y que los españoles ya podían ver la luz al final del túnel.
Estrategia fallida
«El año que viene será mejor que 2012 y en 2014, habrá crecimiento económico en España», sostuvo Rajoy durante la última sesión de control al Gobierno en el Congreso. Una estrategia basada en dos principios. Por un lado, en la necesidad de ahuyentar el pesimismo de la sociedad española para fomentar el consumo interior y, por otro, en la constatación de una ligera recuperación de nuestra economía basada en la exportación y en la le recuperación de la inversión extranjera. La innegable falta de recursos económicos del Gobierno para equiparar las pensiones al coste de la vida han eclipsado, de momento, todos estos signos positivos.
Han caído en saco roto hasta las palabras del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, que en noviembre certificó que España no necesitaba poner en marcha «medidas adicionales este año» para reducir el exceso de déficit porque las reformas aprobadas hasta ahora «son efectivas».
¿Por qué adopta entonces Rajoy una medida con tanto riesgo político?
«Porque reducir el déficit es una prioridad de país», explica la ministra Bañez. Otras fuentes del Gobierno enfatizan que no lograr enjugar los números rojos del Estado en la proporción acordada supondría la pérdida de confianza de los socios europeos. Y eso podría provocar un tsunami en los mercados de deuda soberana que hiciera inasumible la financiación de España, o dicho de otro modo, que arrastraría al Gobierno a solicitar formalmente a la Unión Europea el rescate de nuestra economía. Una maldición bíblica que Rajoy procura evitar a toda costa porque sabe que sería muy difícil volver a ganar en las urnas si los presupuestos generales del Estado los diseña la troika desde Bruselas
Sin criterios electorales
En La Moncloa niegan que el presidente del Gobierno se rija por criterios electorales y que, en su ánimo, la consolidación fiscal es el cimiento necesario para la creación de empleo, que es su máximo objetivo. Un argumento que la oposición ataca desde todos los frentes. El PSOE, que aún no ha purgado ante su electorado la decisión de José Luis Zapatero de congelar las pensiones en mayo del 2010, carga su artillería pesada.
Los socialistas, de entrada, califican este nuevo tijeretazo como «una mentira más» de Rajoy que, además, le da la razón a Alfredo Pérez Rubalcaba que ya advirtió que el PP esperaría a que se celebrarán las elecciones gallegas, vascas y catalanas para anunciar que no revalorizaría las pensiones.
Y el vaticinio de Rubalcaba, finalmente, se ha cumplido. Los términos «mentira», «engaño» y «falta de seriedad» también se han repetido en las primeras valoraciones de IU, CiU y UPyD.
«Ojalá sea el último sacrificio que tengamos que pedir a los españoles para cumplir con el objetivo de déficit», espetaba uno de los ministros de Rajoy que, pese a la dureza de la medida, la defendía a capa y espada
Lo que dijeron
Más complicado de explicar a la ciudadanía es el evidente cambio de criterio en relación con la revalorización de las prestaciones a los jubilados. El pasado 21 de septiembre, Rajoy aseveró: «Yo creo que las pensiones las subiremos». Cuatro días más tarde, Sáenz de Santamaría, ratificó que «las pensiones se van a subir y se ajustarán a la subida de la vida».
Desde el Gobierno enfatizan que, en parte, sí han cumplido con lo prometido, porque las pensiones subirán un 2% en 2013 para aquellas personas que perciben menos de mil euros mensuales y un 1%, para el resto. También recuerdan que las pensiones son, junto al pago de los intereses de la deuda, las dos únicas partidas que crecen en los Presupuestos Generales para 2013. Rajoy, sin embargo, no puede desdecirse de frases como la que pronunció en TVE el pasado 10 de septiembre: «Si algo no tocaré serán las pensiones, porque el pensionista es el ciudadanos más indefenso, porque ya no tiene tiempo para una segunda oportunidad».
No es la primera vez que Rajoy realiza una enmienda a la totalidad a su propia acción política. Resultaba difícil creer que el PP, que había hecho bandera de la bajada de impuestos subiera el IRPF y el IVA. Pero lo hizo. Tampoco se antojaba factible que, tras declamar que metería la tijera en todo menos en sanidad, educación y dependencia, decretase el copago sanitario -que también afecta a los jubilados- o incrementara las tasas universitarias. Y también lo hizo.