Una consulta en Cataluña y cinco enfrentamientos
La celebración de un referéndum llenará . la política catalana y española de choques.
El desafío soberanista de Artur Mas amenaza con convertir la política catalana y la española en un campo de inestabilidad e incertidumbres, que provocará grietas y puede que hasta rupturas entre aliados, socios y por supuesto entre adversarios. Un panorama complejo del que nadie saldrá indemne.
Especialmente en el seno de CiU. No sólo porque los democristianos de UDC, encabezados por Josep Antoni Duran Lleida, que siempre recuerda que no es independentista, se hayan opuesto a la alianza con Esquerra, o porque aún nieguen que el acuerdo entre CiU y ERC fija la consulta para el 2014 o porque Unió critique con vehemencia la presión fiscal que incluye el pacto de gobierno con los republicanos. La Federación podría romperse el día que el Gobierno impugne la ley de consultas que aprobará el Parlament, el Constitucional la tumbe y la Generalitat intente seguir adelante con el referéndum. Ya sea en la búsqueda de amparo internacional o ignorando la legalidad y celebrándolo en todo caso.
En ese escenario, agotados los marcos legales, la relación entre CiU y ERC también será de una tensión inmensa. Mas no solo sentirá la presión de Unió, sino que sobre todo sentirá el aliento de Esquerra en su nuca, que le pedirá que ignore las resoluciones judiciales y convoque la consulta. Si CiU se echa atrás, el pacto de gobierno estará roto y la legislatura estará muerta, salvo que el presidente pida el rescate al PSC o PP. Por eso, Artur Mas tanteó al PSC en el debate de investidura, porque no quiere quedar prisionero de Esquerra.
Líos entre socialistas
El otro matrimonio que puede saltar por los aires es el que mantienen el PSC y el PSOE. Aunque el mal rollo viene de lejos, sobre todo desde la aventura fallida del Estatut, lo que está tensando la cuerda es la posición de los socialistas catalanes en relación al referéndum. Primero sorprendieron cuando en vísperas de la campaña electoral se mostraron favorables a la consulta. Pero lo que ha acabado por irritar a la dirección del PSOE es el anuncio del PSC de que se abstendrá cuando se vote sobre la consulta en el Parlament.
Y por último, chirriarán las históricamente buenas relaciones entre CiU y el mundo empresarial. Mas asumió en el 2010 la presidencia de la Generalitat proclamando que haría una política «business friendly». Ahora, dos años después, tiene a buena parte del empresariado catalán en contra. La burguesía catalana no es muy amiga de críticas en público, pero poco a poco va deslizando sus denuncias.