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Rescate contra la corrupción

Los escándalos que afectan a los partidos, el Gobierno y la Corona ponen a España en el punto de mira cuando estaba recuperando la confianza de los inversores.

Juan Carlos Hidalgo

Publicado por
Ana Barandiarán| madrid
León

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El toro con el que se identifica a la ‘marca España’ comenzaba a levantar cabeza. En el arranque del año, la sensación era casi de euforia. Bajaba la prima de riesgo, el Estado y las empresas españolas se financiaban con comodidad y a precios relativamente bajos... Hasta se veían pañuelos blancos en las exigentes gradas internacionales.

«España está arreglando su casa, pero todavía vive en un mal vecindario», titulaba The Wall Street Journal un halagador reportaje del pasado 10 de enero, en el que elogiaba los avances logrados por el Gobierno e incluso aplaudía la decisión de Rajoy de resistir y no pedir el rescate. En esas mismas fechas, The Washington Post advertía de que «mientras Francia amenaza con nacionalizar una planta de acero, su vecina España aumenta sus exportaciones y consigue atraer nuevas inversiones de los fabricantes de automóviles», una comparación muy favorecedora que reflejaba cómo era François Hollande el que estaba en el punto de mira de la prensa anglosajona.

La cruz del ex tesorero

Pero llegaron los papeles de Bárcenas y el tono cambió radicalmente. Los logros del Gobierno frente a la crisis han quedado eclipsados por el caso de los supuestos pagos en dinero negro a la cúpula del PP, que ha traído a primera plana la corrupción instalada en la clase política.

Han desaparecido los halagos y vuelven los reproches como el que hacía en un reciente y duro editorial el Financial Times titulado ‘Rajoy en crisis’.

«España está luchando por salir de la peor crisis económica de la era democrática, en un momento en el que casi todas sus instituciones, desde la monarquía a los jueces, muestran señales de podredumbre. Tiene que haber una profunda, transparente e independiente investigación sobre las cuentas de Bárcenas», concluía el rotativo británico, tras tachar de insuficientes las explicaciones dadas hasta el momento por el Partido Popular.

Las acusaciones de corrupción han supuesto un rejonazo para el toro. Lo reconoció el propio presidente del Gobierno en el debate sobre el estado de la nación, cuando afirmó que dañaban «la imagen de España».

«Que ocupemos las primeras páginas de los periódicos con estos temas no es bueno», admitía también el ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, tras volver de un viaje a Japón. Ahora el debate se centra en determinar si este problema va a frenar el incipiente retorno de los inversores internacionales e incluso resucitar el fantasma del rescate.

Que no encalle

Es una discusión sometida de moemnto a criterios subjetivos porque datos objetivos, por el momento, hay pocos. Ateniéndose a la prima de riesgo, el impacto es muy limitado. El diferencial entre el interés que se pide al bono español frente al alemán apenas se ha alterado desde que estalló el escándalo de Bárcenas, el 31 de enero. Se situaba entonces en 350 puntos y el viernes cerró a 358.

Pero hay consenso absoluto en que si el caso encalla y no se esclarece de forma adecuada, la marca España va a sufrir y mucho.

«El Gobierno perdería toda legitimad para pedir más sacrificios a la ciudadanía, una amenaza que es percibida como un serio problema fuera», advierte Javier Noya, director del Observatorio Marca España.

No hay que olvidar que uno de los principales elementos que ha motivado la vuelta de los inversores internacionales es el hecho de que este país cuenta con un Gobierno con amplia mayoría parlamentaria, lo que facilita la aprobación de reformas y recortes. Es un punto a favor que le distancia de otros socios vulnerables como Italia.

Bien lo sabe Mariano Rajoy, que se esforzó en transmitir la imagen de «Gobierno fuerte» en el debate sobre el estado de la Nación.

Pero esa fortaleza se debilita conforme crece la indignación social, que es más que palpable. A un paro del 26%, los desahucios y los recortes en Sanidad y Educación, se suma ahora el goteo de escándalos, que por primera vez afecta tanto al Gobierno como a la Corona.

«El 52% de los españoles ve en la corrupción política el problema más grave para la imagen de España en el exterior. Ese dato revela hasta qué punto hay malestar por el asunto», señala Noya.

Peor de lo que es

Otra de las conclusiones que aporta el estudio es que los españoles perciben el problema todavía peor de los que es. Así, consideran que España tiene un nivel de corrupción superior a países como China o Marruecos cuando el índice de Transparencia Internacional la sitúa cerca de Francia y Alemania y mucho mejor que a Italia o Grecia.

La CNN comenzó a emitir el viernes una serie de reportajes sobre España para mostrar al mundo «cómo la gente se enfrenta al desempleo y la crisis económica». Arrancó con el caso de Rocío, una inmigrante ecuatoriana a punto de ser desalojada de su casa. Recuerda a aquel demoledor reportaje de The New York Times sobre la pobreza en España, que sacaba a jóvenes buscando comida en la basura.

«A estas imágenes sobre el paro se van a sumar ahora las de la corrupción. Eso nos va a colocar más cerca de Grecia e Italia por mucho que aquí no se llegue a situaciones como pagar sobornos para poder acceder a servicios públicos», apunta Víctor Lapuente, profesor en el Instituto para la Calidad del Gobierno de la Universidad de Gotemburgo.

«Ocupar las primeras páginas con la corrupción eclipsa totalmente las noticias positivas de los logros de nuestras empresas», se lamenta Francisco Cal, presidente de la patronal de ingeniería Tecniberia, que recientemente se quejó de las dificultades que encontraban para que se acepten fuera los avales de las entidades financieras españolas, debido a las dudas sobre su solvencia.

Una queja que también expuso esta semana el presidente de Gamesa, Ignacio Martín, quien llegó a asegurar que la compañía de energía eólica había «perdido negocios solo por el hecho de ser española».

En definitiva, el toro ha recibido otra estocada y habrá que ver cómo ha quedado de ‘tocado’.

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