Diario de León

Una historia de desencuentros con el PP desde el juicio del 11-M

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Javier Gómez Bermúdez comenzó a ser un juez incómodo para la dirección del PP desde el juicio de los atentados del 11-M en Madrid. La sentencia que descartaba cualquier implicación ajena a los yihadistas, conclusión luego ratificada por el Tribunal Supremo, no gustó en algunos sectores del partido abonados a la teoría de la conspiración y que aún hoy, nueve años después, siembran dudas sobre la autoría del acto terrorista.

A estas diferencias se sumó el juicio por el accidente del Yak-42 en 2009, que también presidió el magistrado, y castigó las identificaciones erróneas de 32 de los 60 militares que perdieron la vida en el accidente más trágico de la historia de las Fuerzas Armadas españolas.

La Sección Primera de la Sala de lo Penal condenó a tres años al general Navarro y a distintas penas a dos de sus subordinados. El ministro de Defensa cuando ocurrieron los hechos, Federico Trillo, tuvo que declarar como testigo en la vista oral y luego mostró su desacuerdo con la sentencia.

De aquella fricción con uno de los hombres fuertes del PP, otrora mano invisible en los temas judiciales que afectan a su partido, como el caso Gürtel, supuso el desencuentro definitivo con Gómez Bermúdez.

Después vinieron otros desplantes como la decisión de los vocales conservadores del Consejo General del Poder Judicial, de no apoyar su candidatura a repetir como presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional. Los vocales prefirieron a Fernando Grande-Marlaska por abrumadora mayoría.

Posteriormente vino la decisión de Bermúdez de elevar al pleno de la Sala de lo Penal la decisión de procesar al ex director de la Policía Víctor García Hidalgo por el chivatazo a ETA. Los magistrados decidieron retirar la imputación.

Pero lo que, sin duda, menos gusta en el PP respecto a Gómez Bermúdez es su buena relación con Alfredo Pérez Rubalcaba.

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