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«Han ido a buscar Papa al fin del mundo»

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efe / agencias | el vaticano

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El nuevo Papa se presentó ante las decenas de miles de fieles que llenaban la plaza de San Pedro del Vaticano vestido con la sotana blanca de 33 botones, uno pro cada año de Jesucristio pero sin esclavina roja. ¿Una señal del carácetr del nuevo Papa? Porque la capa que cubre los hombros del Santo Pontífice repreenta en realidad su poder terrenal: su autoridad política como jefe del Estado de la Ciudad del Vaticano.

Sencillez destiló también su primer mensaje.

«Hermanos y hermanas, buenas tardes. Sabéis que el deber de un cónclave es dar un obispo a Roma y parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo al fin del mundo, pero estamos aquí», fueron las primeras palabras que pronunció, en medio de los aplausos de los presentes y ondear de banderas argentinas.

«Os agradezco la acogida. La comunidad diocesana de Roma tiene su Obispo: gracias», prosiguió. Después, pidió a los fieles que pidan a Dios que le bendiga y tuvo palabras de recuerdo para Benedicto XVI, quien, según fuentes oficiales vaticanas, ha seguido la fumata blanca, el anuncio y la presentación del nuevo Papa por televisión.

«Rezad por mi»

Francisco impartió su primera bendición Urbi et Orbi, a la ciudad de Roma y a todo el mundo. «Y ahora, comenzamos este camino: obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad todas las iglesias. Un camino de hermandad, de amor, de confianza entre nosotros. Pidamos siempre por nosotros: los unos por los otros. Recemos por todo el mundo, para que haya una gran hermandad. Os deseo que este camino de Iglesia, que hoy comenzamos y en el que me ayudará mi cardenal vicario, aquí presente, sea fructífero para la evangelización de esta ciudad, tan bella.», dijo Francisco, en su primera aparición ante los fieles tras ser elegido pontífice.

«Y ahora quisiera dar la bendición, pero antes os pido un favor: antes que el obispo bendiga al pueblo os pido que pidáis al Señor para que me bendiga. La plegaria del pueblo pidiendo la bendición para su obispo. Hagámoslo en silencio. Ahora os daré la bendición, a vosotros y a todo el mundo, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad», añadió.

«Hermanos y hermanas, os dejo. Muchas gracias por la acogida. Rezad por mi. Hasta pronto. Nos vemos pronto: mañana quiero ir a rezar a la Virgen, para que custodie a toda Roma. Buenas noches y buen descanso». Y Belgoglio, convertido ya en Francisco I, se dio media vuelta y entró de nuevo en San Pedro.

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