EL PAPA ARGENTINO. DESCUBRIENDO A FRANCISCO
Ese señor que pasaba por allí
Alguien que no quiso ser Papa releva ahora a otro que ha renunciado a serlo.
El mundo se ha encontrado con un Papa tímido, humilde y todo mansedumbre, casi serio, que tras un leve saludo con la mano derecha contempló inmóvil durante unos momentos que parecieron eternos, casi paralizado, la muchedumbre de la plaza de San Pedro. Hubo casi un minuto en que la gente y él se miraron en un silencio total, miles de personas que llevaban ahí todo el día bajo una lluvia constante, pasando frío. «Hermanos y hermanas, buenas noches», dijo en italiano con acento argentino. De inmediato transmitió serenidad y esperanza, una extraña solidez sin miedo, tal vez por su trasfondo de temple jesuita, y fue como un desahogo de alegría para la multitud, salir del túnel de un mes turbio y extraño para los creyentes.
Jorge Mario Bergoglio, Francisco, tiene ese impacto humano instántaneo que se buscaba. Parecía un señor que pasaba por allí, no uno que ya vivía allí, como Ratzinger. Tampoco, en comparación con él, sabía muy bien qué decir ni fue metódico en sus palabras. El Vaticano y la Iglesia católica abrieron las puertas de una nueva era, el golpe de timón que estaba en el aire. Se puede decir que la Curia y el ‘partido romano’ han salido derrotados. Ha vencido el sector revoltoso, aglutinado visiblemente en torno a los cardenales estadounidenses, que quería cambios, reformas y transparencia.
El candidato oculto
Una nueva época que puede traer grandes cambios para la Iglesia. Bergoglio era el candidato oculto del bando reformista, desde luego muy bien escondido en la confusión de las quinielas de papables, y la rapidez del cónclave, cinco votaciones, indica que ha sido su apuesta desde el principio.
«Esto se arreglaba con cinco años de Bergoglio», se oía decir en la Curia estas semanas, pero se murmuraba con pesar como si eso no fuera posible. El arzobispo de Buenos Aires tampoco aparecía en las listas de papables. Por una razón muy simple: en las reconstrucciones aceptadas del cónclave del 2005 fue el segundo nombre más votado y con capacidad para bloquear la mayoría de Ratzinger, pero en algún momento, se dice que en el comedor, rogó entre lágrimas a los demás que no le eligieran porque no se sentía preparado. Eso dejó la vía libre al cardenal alemán.
Es curioso que alguien que no quiso ser Papa releve ahora a otro que ha renunciado a serlo. Como si ahora si estuviesen listos. Él y la Iglesia. Es como si se hubiera retomado aquel cónclave truncado en el mismo punto que se dejó, como si ya entonces se hubiera acertado con el camino a seguir pero hubiera quedado aplazado. Es además insólito que un cardenal derrotado en un cónclave sea elegido en el siguiente. Entonces, conviene recordarlo, el argentino era el candidato que señaló el cardenal Martini, también jesuita, la autoridad de referencia del sector progresista y eterno antagonista de Ratzinger, aunque se apreciaran. Martini murió el año pasado diciendo que la Iglesia tenía «200 años de retraso». Para Martini, Bergoglio representaba ese testimonio ejemplar, sencillo y espiritual que necesitaba la Iglesia.
Al Papa Francisco le toca corresponder a la corriente de esperanza que desde el martes por la noche ya se ha depositado en él. Nunca levantó los dos brazos, se colocó solo los paramentos y agarró el micrófono sin que se lo pasaran. Ni siquiera se llamó a sí mismo Papa en ningún momento, solo obispo de Roma. La elección del nombre, aunque parezca el detalle menos aparatoso es tal vez el más profundo y trascendente. Asís, el devoto de los pobres, que salvó la Iglesia y el papado en un momento de colapso moral por sus riquezas materiales. Un nombre tan radical que ningún pontífice había osado llevar.
Desde luego en este momento había que buscar el Papa justo donde hiciera falta.Incluso, como él dijo, al fin del mundo.
Es conocida su dedicación a los pobres en los barrios porteños y su modestia. Vivía en un pequeño piso donde él se cocina su comida, no tenía chófer e iba en metro a trabajar, es decir, las ceremonias y pompas de la Santa Sede le pueden sobrar enseguida.
Predica contra el derroche y el consumismo y es de perfil conservador, ajeno a la teología de la liberación, aunque no ha dado muestras de excesiva rigidez en materia sexual.
Una de las primeras cosas que se encontrará es el informe secreto de 300 páginas que le ha dejado su predecesor. Lo que haga con él y los problemas abiertos dirá mucho de lo que va a pasar a partir de ahora.