Rajoy y Mas inician el deshielo con una reunión secreta en la Moncloa

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el presidente de la Generalitat, Artur Mas, firmaron esta semana en una reunión secreta en el palacio de la Moncloa el armisticio a la guerra fría que libraban la administración central y la catalana desde que Rajoy dijo no al pacto fiscal en septiembre del 2012, Mas convocó elecciones y puso en marcha el proceso hacia la independencia.

A pesar de que el proyecto soberanista emprendido por CiU de la mano de Esquerra Republicana seguirá enfrentando a ambos ejecutivos, que difícilmente lograrán ponerse de acuerdo, el encuentro entre los dos presidentes ha cimentado un nuevo clima de diálogo, basado en unas relaciones más suavizadas que las que mantenían desde su último encuentro privado, celebrado hace seis meses.

En las últimas semanas la situación empezó a cambiar. Mas alentó a sus consejeros hace días a que reestablecieran los puentes con el Gobierno central, Josep Antoni Duran Lleida pronunció una conferencia en Madrid acompañado por la vicepresidenta del Gobierno y el ministro de Asuntos Exteriores; asimismo el titular de Economía y el de Hacienda empezaron a dar señales favorables a flexibilizar el objetivo de déficit de las autonomías. También contribuyó a la distensión las declaraciones de dirigentes de CiU mostrándose favorables a retrasar la consulta.

Sin concretar

La suma de todo ha favorecido la reunión de esta semana, que ninguna parte ha querido concretar si fue el lunes o el martes, y en la que el marcador podría decirse que fue de empate a uno, con sintonía en temas económicos y discrepancia irresoluble en el terreno soberanista. Resultado «agridulce» para la parte catalana, según la calificación de CiU, si bien el PP confió en que el diálogo tenga «continuidad».

Rajoy y Mas coincidieron, según fuentes nacionalistas catalanas, en el diagnóstico de la situación de la crisis, en que hay que impulsar políticas de crecimiento, en que es preciso mantener la apuesta por la consolidación fiscal y el rigor presupuestario. Además, el presidente de la Generalitat pudo arrancar del jefe del Ejecutivo central el compromiso de que las autonomías puedan flexibilizar el objetivo de déficit fijado en el 0,7% del PIB para este año, siempre y cuando Bruselas se lo permita a España.